Don Hilarión habla (canta) en el comienzo de la famosa zarzuela La verbena de la Paloma, diciendo a su buen amigo “…hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad” Están a finales del S. XIX y les traigo a este S. XXI el simpático juicio para contarles a Uds. algo sobre los cambios en el tiempo.
Algunos intérpretes de tan reiterada representación de nuestra ópera chica, han dicho, parafraseando a medias, algo así como “tiempos que cambian una barbaridad” y a mí me inspira decirles que los cambios siempre vale la pena se den, para disfrutarlos o, conociéndolos, para olvidarlos, y los tiempos, bienvenidos sean siempre si, con ellos, acude más progreso y menos suplicios.
Es fácil recurrir a la hora del casto coloquio amigable, cuando se comentan variaciones singulares de algo o en alguien, al tópico “es cosa de los nuevos tiempos”. Es ya corriente que esos cambios se produzcan con una rapidez extrema, con una facilidad de asimilación inmediata y una mínima reflexión sobre su oportunidad.
Vivimos tiempos tan significativos como cualesquiera otros anteriores, cada uno en su contexto y circunstancias humanas. Sin embargo, nunca hasta ahora los acontecimientos científicos, la evolución de los diseños industriales, los avances en la facilitación de la movilidad, la nutrición, las modas en el comportamiento de las gentes, han mutado a sus precedentes con tanto vigor y resultados casi siempre favorables.
Jamás antes habíamos asistido a tantas posibilidades de entretenimiento, a cuántas formas de usar el tiempo libre, a ese montón de alternativas para escoger lo mejor a nuestro gusto y posibilidades, a ese magnífico lote de oportunidades de estar ocupado. A ociar todos. Atienda, me dirán, que todo eso es si se puede ¿no?
Sí, efectivamente. Porque nunca como ahora se han tenido tantas facilidades para conseguir cosas. En estos días, va de proposiciones, va de voluntades, y va de precios a pagar para, como la siembra, recoger el fruto gracias a la buena elección y su labor.
Si me apura, incluso a menor coste, menor esfuerzo y menor provecho, se puede conseguir pasar por la vida actual con una cierta dignidad. Hasta hay quienes viven de la gratuidad social, aupada por la política social conformista y buenista, tan interesada. Esta variante, que debiera requerir alguna que otra supervisión.
¿En qué otro tiempo se ha vivido mejor? En ninguno. Es un logro de todos. Es la evolución racional del ser humano frente al resto de vivientes. Todo lo nuevo, o casi, es más llevadero, más ventajoso, más interesante. Algunos dicen ¿cómo podían vivir sin esto nuestros padres? Y ahora ya ¿cómo podían pasarlo bien sin esto nuestros hermanos mayores? Otra cosa será, si Ud. difiere por sentimientos encontrados.
Pero, a cambio de esas maravillas del progreso general, de una gran mayoría claro, o si no, al lado de esas mejoras, han aparecido las posturas y rechazos a los gestos del comportamiento deseable, no por nuevo sino por olvidado al quedar subsumido en el disfrute de las cosas, en la disposición o propiedad de esas cosas, en la creencia del yo mismo, en antes para mí y que el otro se fastidie, que puede, como yo, sin saberlo.
No me repetiré, por si ya lo he dicho en alguna otra ocasión, pero me estoy refiriendo a esa pérdida de sensibilidad por los demás. Los tiempos cambian, ya lo creo. Cambian en esto para mal de todos, porque nos desligamos, nos aislamos humanamente, nos retiramos a la habitación de arriba para reunirnos con el telemando.
Oiga, nos lamentamos. En esa gran ciudad, de enorme gentío, que no cabe por sus calles, que se empuja, se cuela, chilla y atropella con su bolsa o se echa encima por delante, porque pasa primero al cruce o avanza con la mirada fija en su móvil. Esa urbe de tubos de escape libres, donde priva el rendimiento del motor a goce del motorista y crea contaminación acústica contra todos, y si les moleta el ruido, mejor.
Porqué me preocupo si no sirve para nada, todo va a seguir igual. Pues no, será peor, porque para seguir avanzando, hay que corregir y luego mejorar, cambiando a lo más provechoso. ¡Ah! y sin caer en vencimientos por obsolescencia, ni angustiarnos con la caducidad del envoltorio. Y sin confiar en los que te han fallado ¿me entienden?
Los tiempos cambian, claro, faltaría más, hasta la propia existencia cambia al final, se recicla si se quiere, se transforma si se desea, se aprovecha o se traduce en otra dimensión; no desaparece nada. La naturaleza produce cambios, es precisamente la razón de su existencia hasta que un día se confunda en algo distinto por el cosmos.
No se crea todos los cambios que le cuenten, de lo que sea, pueden ser una engañifa, un interés encubierto, una falsa esperanza, un cuento chino, algo que le va a costar dinero y a lo mejor no se entera, o lo da por bien empleado; so ingenuo.
Y el remate de Don Sebastián a lo manifestado por D. Hilarión, es reafirmarse diciendo que los cambios, en su diálogo, tratan a los avances, como una bestialidad. Llegados aquí, les pido huir de falsos agüeros, creer en lo positivo de los cambios venidos y por venir, y desear que los agoreros se despeñen y los embaucadores les sigan. Vamos a creer, por favor, en que todo futuro será mejor.

Sí, los tiempos cambian por inercia, unas veces más rápido y otras más lentamente, pero lo más significativo es que cambiamos nosotros, atrapados en la vorágine de nuevas prestaciones que nos ofrecen las innovaciones técnicas que, a la vez, influyen sobre nuestro sistema de vida y nuestro comportamiento.
ResponderEliminarCuanto tiempo hace que no has escuchado el duo entre Julián y la Señá Rita ?, pues, eso."Los tiempos cambian que es una barbaridad". El nuestro, seguramente está más centrado en rock y las canciones melódicas de los años 60 y 70.
Otra cuestión es saber si todos los avances tecnológicos obtenidos, han servido para mejorar nuestras relaciones humanas o nuestra manera de beneficiar la sociedad.
Si todos vamos con la idea de mejorar el mundo, el mundo mejorará. Sólo falta convencernos.
Espero tu próximo tema. Un abrazo.
Todo cambio es bienvenido, si no a mejor, al menos para aprender que hay cosas que cambian y debemos saber cómo afrontarlas si es que antes no hemos podido intervenir (para bien) en el cambio. El futuro siempre es mejor aunque, como desconocido, nos dé miedo; pero ello no significa que el pasado (ni el presente) fueran o sean malos. Lo que significa es que si el cambio en el futuro no es bueno, entonces tenemos un problema porque no habremos aprendido ni evolucionado lo suficiente o nada
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