La práctica del silencio entre humanos puede representar la adopción de una actitud equívoca. Podrá significar muchas cosas, como satisfacción, conformidad, enfado, dolor, afirmación, negativa. Y casi siempre, la intuición recurrirá en ayuda gestual al entendimiento.
Cuando el silencio es inexpresivo o aparente, podría considerarse el de un estado neutro, de aislamiento, de alejamiento del instante, de encontrarse en un contexto entre el pensamiento y la presencia. Y si ese estado es unipersonal, propio, se dará una situación primada por la falta de elocuencia.
Pero, sin duda, el silencio siempre transmite algo, se puede decir que no hay silencio sin mensaje. Estar en silencio, puede significar tanto una muestra del impacto negativo de la soledad, como el disfrute pleno de un tiempo dichoso.
Resultaría largo especificar la cantidad de silencios que se nos pueden presentar, pues más allá de aquellos a los que me referiré después, como corta muestra de tantos otros, creo importante separarlos entre propios y colectivos.
Lo que no quiere decir que los silencios sean divisibles y específicos, no. El silencio es uno, de único, y los sujetos que lo sustentan, un individuo que lo personaliza o un grupo de partícipes que lo comparten.
Además, es plural, no es útil solo para una sensación personalizada, sino adaptable a una manifestación de personas. Asimismo, los silencios son adaptativos. Sirven, aparecen, en lo positivo y se significan en lo negativo. Los hay gritones y mudos, como indecibles ni por gestos.
Los silencios hablan, si, eso nos dicen quienes pueden definirlos; filósofos, humanistas, refranero popular. Fíjense en estos dichos: “En boca cerrada no entran moscas” “El habla es plata, el silencio es oro” “Quien calla, otorga” “El silencio es el arte de la conversación” “De lo que no se debe hablar, debemos guardar silencio”.
El silencio es música y poesía, porque complementa sensaciones equiparables a la motivación interpretada, generalmente de respeto y dolor. Es refugio del alma, cuando oramos y nos recogemos en recuerdos íntimos añorados.
Los silencios donde el respeto prevalece y se multiplica en tantas sensaciones y deberes, son muchos y los más importantes. Porque ambos conceptos, son pilares de la conducta humana que pueden formar una aleación indestructible.
El silencio es espera, es tiempo de reflexión, es templanza, para la respuesta debida, para la dignificación y contra la extemporaneidad del impulso deudo de la soberbia o la propensión. O sea, prudente e inteligente.
El silencio es crítica educada generosa y constructiva para el sentir del autor, del actor, del político, del orador, de quien no puede hacerlo a gusto de nadie porque no es comprendido; es respeto a quien el grito o la falsa alabanza no le es reconocida por igual. Es indulgente. Es calificación docta del entendido.
Guardar silencio en comunión, es muestra de unión y conjunción ante el sentir social de un evento luctuoso. Y es inútil en lo político, débil y destructivo por no ejercer la crítica, callarse ante lo injusto, dar la espalda a los abusos indebidamente argüidos por los que mandan.
En la noche, hogar del silencio, reposo del vivir, del descanso y reparación del esfuerzo, recae el más natural de los silencios del cuerpo y el no menos importante de la expansión del espíritu. Donde la soledad indeseada, más notar se hace y el silencio deparará tristeza de ánimo.
El derecho a callar, que no asumir ni negar lo que se piensa u opina, aquello que nos define o acusa, sí, derecho a estar callado, por un sentimiento de dignidad, un deber insuperable, una fe incombustible, una convicción honesta. Ese saber estar ante el estrado judicial.
Y los gestos. Esos aliados del silencio. Esa exteriorización del cuerpo, cara y manos normalmente, que expresamos, por si o por no, cuando recibimos una manifestación, que nos impulsa a ”hablar en silencio” a “no callar sin decir” para dejar constancia de nuestro parecer, sin necesidad de interrumpir y respetando la escucha, pero sin poder esperar turno de palabra.
Ese respeto que mostramos con el silencio ante los padres, delante de los que en uso de la palabra nos transmiten arte, ciencia, literatura y sabiduría en general. El que merecen nuestros mayores en general y nuestros superiores, que pueden felicitar y recriminar si procede.
Guardemos silencio cuando toque, callemos, que nuestras obras hablarán.

Probablemente este sea uno de tus artículos menos comentados… porque… el silencio… a buen entendedor… Lo que está claro es que un silencio puede ser un fracaso (en radio, si no es intencionado, p.e.), una actitud sabia, una postura cobarde, un… y siempre será lo que el emisor pretende pero también lo que el receptor interprete…
ResponderEliminarEn fin, que a veces (o a menudo) más vale estar callado pero no mudo
A veces un silencio, puede ayudar más que unas palabras. Buen articulo
ResponderEliminarBuenos días Joaquín, me ha gustado mucho tu escrito y paso a expresar lo que siento sobre el silencio. Creo que un silencio bien manejado tiene la capacidad de transmitir una amplia gama de emociones, desde la contemplación profunda hasta la tensión palpable y del respeto a el asombro, nos invita a reflexionar a nosotros como a los que nos escuchan. Por lo que creo que debe practicarse de vez en cuando. Gracias TE quiero.
ResponderEliminarHola Joaquín, siguiendo el recorrido de tus artículos, otra vez nos vuelves a analizar hasta lo más profundo, el concepto de una ación humana: el silencio. Creo que después de tu exposición, queda expuesto cumplidamente en sus múltiples facetas. Sólo puedo añadir aquel pensamiento, creo que atribuído a Aristóteles, referente a este tema: "el hombre es el dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras", con el que estoy completamente de acuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo y hasta tu próximo artículo.
Acertado artículo de fondo, yo díria que filosófico.
ResponderEliminarEl silencio de per sé, claro que es la ausencia de sonido, pero todo cobra sentido .
El silencio , para mi, es un lenguaje
más, no carece de sentido ni de inexpresividad.
Existen muchos tipos de silencios.
Me centraré en la importancia del silencio en el arte.
Un soporte esencial para su disfrute y apreciación.
Cuando asistimos a un concierto, se hace un silencio absoluto en la sala. Así escuchamos la música que nos envuelve y se interpreta.
Igualmente ,si vamos al teatro o al cine.
Visitando un museo, se agradece un ambiente silencioso para recrearnos en las obras que estamos viendo y hacer volar nuestra imaginación.
Igualmente , si entramos a una biblioteca, solemos encontrar este
ambiente silencioso que nos invita a concentrarnos en la lectura y disfrutar de ella.
Valoremos el lenguaje del silencio.Gracias a él experimentamos emociones y sensaciones ante la belleza . De lo contrario nos convertiríamos en seres quizás más insensibles.
Montse Casas
PD
ResponderEliminarEn el año 1952, el compositor Jhon Cage , estrenó la obra para piano , titulada: 4’33”
Durante este espacio de tiempo, no sonó ni una sola nota en la sala de conciertos.
Lo que a simple vista pudo parecer una tomadura de pelo , pretendía ser una reflexión sobre el silencio .
El público, sacaría sus conclusiones.
Montse Casas
En música los silencios son tan importantes como las notas
ResponderEliminarAprendí a hablar en dos años y llevo setenta y ocho intentando aprender a estar callado y todavía no lo he conseguidoconseguido.
En la conversación hay suficiente material para permanecer callado
Si hablo repito lo que sé. Si permanezco callado aprenderé