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Mostrando entradas de julio, 2022

La estela (Relato de una ficción vital)

Le gustaba sentarse bajo la fresca sombra de aquel tilo de sus confesiones. Allí, en ese parque urbano de la ciudad que amaba. Con quien desahogaba sus recuerdos, pues ya no podía recordar sus sueños. Su árbol predilecto, la compañía silenciosa de un ser vivo comunicante de sus congéneres y mudo para el abuelo. El cielo muy azul de esa mañana acogía, algo distanciadas entre si, algodonosas nubes, incluso algunas parecían ser también plumas de almohada desprendidas en un juego de niños y elevadas al firmamento por una agradable brisa de primavera temprana. Su mirada izada al espacio celeste, entrecerrando los párpados para mitigar la dureza del brillo solar, que tanto le molestaba tras su operación de cataratas, quedó prendada de aquella doble hilera blanquecina, firme en un punto inicial y desgajada unos cientos de metros atrás. El rebufo aéreo de un moderno pájaro mecánico. La imagen dibujada, ya quieta y desfigurándose, quiso el hombre compararla en su imaginación con el rastro que l

Nombres propios versus ¿impropios?

Ayer (16 julio) el santoral reserva la fecha para ensalzar a la Virgen del Carmen -jardín de Dios- advocación mariana destacada sobre todo en países de influencia católico-latina, de iconografía presente en innumerables templos y venerada patrona del mar. Lo refiero aquí en su calidad de nombre propio femenino, popular y muy extendido, como punto del contraste que me inspira escribir sobre la evolución que está suponiendo, una más, el tratamiento de los actos del ser y del vivir.   Llamarse, o sea que le llamen a uno, con un determinado nombre es una condición identitaria necesaria. Elegir esa denominación personalísima suele ser circunstancia notoria. Sin duda, el nombre de una persona es causa, y puede ser efecto, de trascendentes motivaciones. Había cierta costumbre ascentral en bautizar a los hijos con el nombre de los padres. Usados estos, se recurría a los de sus mayores y congéneres próximos. En su defecto, siempre quedaba el recurso al santoral y asignar el del Santo diario. Ta

Estupefacción ante una indisposición migrante

Me ocurrió a mí y quiero contarlo. Sí, no se trata de ficción, sino de un caso real y personal. Pasó hace unas semanas y he meditado mucho si debía publicarlo; he decidido hacerlo, necesito explicarlo. Estupefacción, por asombro. Indisposición, por actitud inadecuada. Migrante por conductor de origen extranjero. Subimos a un taxi, el primero de la fila, a la puerta de una conocida clínica. Salía yo tras una intervención quirúrgica, con mi yeso y mis vendas, y aún con flecos del posoperatorio, para regresar a casa de forma acorde a mi flojo estado físico. El vehículo y su conductor ofrecían un aspecto correcto, bueno a la vista y estado. El día y la hora del mediodía solar eran de riguroso termómetro veraniego. Iniciada la marcha comprobé que las cuatro ventanillas estaban bajadas y entraba un ambiente sofocante. Rogué al chófer, ya maduro y de claro origen norteafricano, que conectase el aire acondicionado porque me sentía molesto por el aire y agobiado por el calor. El hombre me respo