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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Pícaros - Embaucadores - Embustes

Querido lector: el siguiente relato hace mi número veinte de los publicados, por ello rindo homenaje a la caridad de mis seguidores. Mentiras, falsedades y medias verdades desde siempre han sido recursos de actos y comportamientos irregulares de mayor o menor entidad, a menudo de consecuencias lamentables más allá del cumplimiento excusado o comprometido por tal o cual razón pretendida. Lejos de tratar de corregir tales vicios, los seres humanos tienden cada vez más a restarles la importancia del repudio y adoptarlos como acciones argumentadas a cambio de males “mayores”, burdas justificaciones del no hacer o de admitirlas como pecados “veniales” necesarios para seguir adelante.   No es extraño entonces ser testigos de como comunicadores sociales,   parlamentarios políticos, contrincantes empresariales e ideólogos de todo tipo, acuden a la dialéctica de la mentira. Inclusive la común sociedad humana no rehuye acusar o defenderse con su práctica. Me produce disgusto conocer tales usos y

El Deber/Los deberes

Querido lector: vuelvo, o quizás sigo, con mi convicción en los valores y su decidida influencia positiva en las conductas sociales. En esta ocasión quiero ocuparme del deber . Vivimos en una época -ya lo he comentado en algún artículo anterior- donde los derechos, su mención y el deseo de su ejercicio, están presentes en variedad y frecuencia de situaciones interpersonales contrapuestas. Resulta bastante corriente que los considerados derechos sean la expresión de autodefensa frente al rechazo del cumplimiento de obligaciones , personales o comunitarias. A veces, hasta quieren oponerse a compromisos contractuales adquiridos que, sin valorar por qué, han devenido en una situación inconveniente. Cito derechos y deseo referirme a deberes. Lo hago porque a menudo aquéllos se consideran antónimos de obligaciones y éstas pueden confundirse con deberes al considerarse sinónimos . Y resulta fácil y habitual intercambiar estos vocablos sin provocar confusión en los interlocutores.   Y es que

santos, ánimas, calabazas

Querido lector, deseo que la reseña de agenda que sigue, le reporte algún emocionado recuerdo. Estos sombríos días de salud atacada y tradición penitencial nos hacen asomar a modo de unión de cosas y seres -vivos o ya no- a lo   que compone una trinidad destinada a conmemorar anualmente unas tradiciones, religiosa y mundana,   juntas en el recuerdo de nuestros allegados difuntos. La cultura y la devoción religiosa tienen reservado desde siempre espacios y voluntades respecto de querencias por sus antepasados. Una y otra, en alegría y en tristeza, han llenado calendarios y celebraciones con que cíclicamente recuerdan vivencias y rinden homenaje a personas ya desaparecidas que algo de bien pudieron suponerles en vida.   Se dice que ya los antiguos celtas y los primeros cristianos establecieron la costumbre de fijar tales ceremonias globales y participativas, independientemente de las reservadas a los momentos y personas concretas, bien en el día de su óbito o cuando se cumplían plazos de