Venimos y estamos subsumidos en un mundo globalizado y, respecto de importantes aspectos de la vida social, otro de ámbito particular nacional, subsistiendo así dentro de un envoltorio cáustico que nos aborrece soportar.
Desde esta contrariedad, fruto de la pérdida de estímulos y satisfacciones bien adquiridas, estamos comprobando a diario una suerte de despropósitos respecto de órdenes y sentido de la vida en común deseables, que confunde y hiere a las buenas voluntades.
Por eso creo que la mayoría de biempensantes anda chamuscado en conciencia y deseando, o sea invirtiendo en ilusión, cambios y/o mejoras con que revertirla.
Y nunca mejor que ahora, en estos días finales del año, apostar a todas las suertes asequibles, algo más que algunos gramos de esperanza y optimismo, en que nos toque algo positivo en breve.
Puede ser la Lotería del Gordo, la del Niño, el sorteo del Cupón y otras rifas especiales de clubes o tómbolas escolares y comerciales, tan abundantes en la época navideña, cuando parientes, amigos y compañeros de trabajo nos apremian con sus talonarios de boletos.
Sería también aventurar en la confianza, por esa tradicional fantasía ancestral de pedirle algo a los Magos de Oriente que, al dejarles juguetes a los niños, nos traigan a los mayores un mejor trabajo, incremento de la pensión y un mucho de salud y paz social.
Total, todo por poco dinero y mucha, muchísima ilusión, aunque lo digamos con la boca pequeña y presumamos, con gran credibilidad, que la suerte es muy escurridiza y desconcertante, ya que toca sólo a los nacidos con estrella.
Apueste Ud. y dele a la rueda que gira en busca de ese deseado premio que merece. ¿Quién no apetece tener mejor suerte, sea ya alguna la que disfrute? ¿Quién no ha de buscar una, si no tiene ninguna? ¿Quién, por demás, renuncia a ser mejor tratado?
Todos queremos más, nos dice la popular cantinela; de lo bueno, claro está. Aun siendo conformistas, a todos nos gusta el progreso y todos aspiramos a ser mejor reconocidos por la suerte de vivir.
A veces ocurren cosas que, sin depender de nosotros, nos las encontramos, decididas por políticos o jefes, que nos sorprenden negativamente, por creer que no nos las merecemos ni hemos hecho nada que pueda ser su causa y, encima, hechas por la espalda. Y nos preguntamos ¿por qué nos está abandonando nuestra suerte?
La miseria de las decisiones interesadas de grandes operadores económicos, las posturas individuales desaforadas, la soberbia de la superioridad de una gobernanza política impositiva y desleal, arruina las suertes anteriores y nos desprecia como seres humanos.
No son tiempos de mucho confiar, sí lo son de ponerle fe a la razón de que sean mejores. Solo esa verdad racional puede favorecer que los avatares que nos depare un nuevo año, supongan sustituir dudas por evidencias de cambio. Retomar las buenas sensaciones.
Sin engañarnos, siendo cautos, esperando pueda normalizarse la cordura de las prioridades sociales, la restitución de los valores, la minoración de la codicia política, la apuesta por el porvenir con ayuda del trabajo, de la creatividad, del respeto colectivo y del reencuentro con el bien común en igualdad para todos.
Bienvenida la cautela, pues, sea preventiva o astuta. Apliquemos nuestro interés como parte integradora de la colectividad a la que pertenecemos, invirtiendo en reflexión y ganas en un mejor entendimiento. Aventemos a los agoreros y no nos olvidemos de corregir, de echarlos lejos, a los que enredan nuestras meninges.
🎅 Feliz Navidad 2023 y Prospero Año Nuevo 2024🎄
Sumemos todos y remos en la dirección de conseguir un mundo mejor. Completamente de acuerdo contigo Joaquín.
ResponderEliminarNuestros mejores deseos para tí y los tuyos .
Abrazos.
La tendencia general, a mi juicio, es la de encerrarnos más en nosotros mismos, en nuestro mundo, en "nuestra propia suerte". La coyuntura política y social actual es tan desalentadora que hace que perdamos la fe en cualquier tipo de “suerte común”; así que sólo nos queda mirar hacia adelante sin fallarnos a nosotros mismos y sin decaer. Feliz Navidad.
ResponderEliminarArminda
Como siempre acertadísimo ,esperemos que tomen nota a los que les corresponda.Gracias por tenerme en cuenta
ResponderEliminarLa vida es una suma de ilusiones, compensada por las decepciones que vamos almacenando en su transcurso. No creo que exista nadie que confíe en que un premio de la lotería va a salvarle de su pésima economía, aunque siempre existe una posibilidad entre cien mil de que puede ser el ganador del premio. Igual sucede con las preferencias políticas: contamos sólo con un voto, el nuestro, para intentar cambiar el rumbo del país, y es una enorme masa quien decide. Puede que la gran ilusión, en el día de hoy, concerniente tanto a la política, como a la vida social, económica y humana en su conjunto, es que "no hay mal que cien años dure" y que las aguas vuelvan a su cauce.
ResponderEliminarFeliz Navidad y a esperar que llueva.
acertadisimo árticulo y verídico, feliz navidad y si, a ver si llueve
ResponderEliminar¡Qué llega el día! El 22 de diciembre, los dos patitos. Quizá sea el día de la suerte, pero a buen seguro, para mí, es el día de la ilusión. La ilusión de participar, de entrar en rifa, de compartir esperanza y quizá, suerte. Es la única vez al año que juego, que me lanzo al ‘azar’ y que lo hago con una sonrisa. No es por el premio que me pueda tocar (¡qué también!); es por lo que implica y lleva implícito, por el recuerdo, por compartir, por emocionarse, por no pensar en nada…más que ¡en qué la suerte te acompañe! A veces, con un día es suficiente para vivir en el paraíso, en todos los sentidos. Si luego hay que despertar, se despierta. Porque la vida sigue pero ¡qué nos quiten lo bailao!
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