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Solidaridad civil versus Indignidad política



¿Para qué tanta respetada comprensión, ¿Para qué tanta confianza depositada? ¿Para qué tanta presunción estimada? ¿Para quién la perra gorda?


Viene a mi recuerdo en estos tristes días, las múltiples veces y a los lugares remotos, y hasta recónditos, donde nuestros profesionales de la seguridad y rescate, vienen acudiendo de siempre a la primera llamada de auxilio salvador.


Allá donde nuestra sensibilidad tradicional para con las desgracias humanas, los españoles llevan su genética humanidad; allí donde la vida y las cosas de comer de sus semejantes están en peligro por indefensión ante los empates de la naturaleza, de acá acuden los nuestros.


Qué estupendos y ejemplares nuestros compatriotas, con sus equipos materiales, sus perros, sus dotaciones profesionales y su desinterés personal. 


Qué magnífica demostración de solidaridad, qué muestra silenciosa de caridad, qué dignidad de pabellón nacional en pechos y hombreras. Cuántas gracias merecidas. 


Y hete aquí que en propia casa, en nuestro Levante y Castilla españoles, nos dejan perder lo propio, vida y hacienda, ante las mismas causas de la ¿diosa? Naturaleza, nos abandonan los tutores de la patria. 


De paso, mancillan la bonhomía y voluntad de sus gentes que claman poder ayudar a sus conciudadanos.


Sí, querido lector, lo habrá notado si ha sido Ud. lamentado observador de tanta miseria humana; de las víctimas y, a contrario sensu, de sus transgresores. 


Porque esa es la impresión que me merece la ignominia actitud incomprensible -o maldita, quizás- de quienes tienen la obligación de paliar primero y corregir después inmediatamente tales desmanes naturales. Sí, nuestros gobernantes, ha acertado.


No se puede creer que medios disponibles a su abasto, personas bien dispuestas, colectivos preparados debidamente y sus responsables mandamases, no hayan saltado de sus retenes y poltronas en pocos segundos bomberiles, para salir bien pertrechados volando, abrir caminos y arropar lamentos. 


Solo cabe pensar en un mal fario. No de suerte, sí de sino. Porque se sabía, los meteorólogos lo avisaron, Protección Civil lo advirtió, nos cuentan.


Pero otra vez no ha servido, porque “no conviene asustar”; esa moda falaz con que algunos rectores públicos de esta hora impregnan su fatua verborrea. 


¿Cabría pensar en algún otro espurio interés? ¿Puede ser tan grande la incongruencia de querer gobernar haciendo el bien para todos, prometerlo y no hacerlo?


Y no es la primera vez. No hace tanto que sufrimos un descarado abandono de nuestra seguridad colectiva. Lo sufrimos con la malhadada pandemia del COVID19, cuando toda la nación pagó un alto, desproporcionado y políticamente maldito sacrificio.


Y ahora vuelve, con más muertos y renovado desprecio. ¿Tendrán pronto su merecido precio?






Comentarios

  1. Llevas razón en el análisis de esta tragedia vivida, Se podría haber evitado parte de la misma ? Una vez enterrado los muertos y arregladas las carreteras y tendremos tres meses o cuatro donde los políticos se echarán las culpas unos a otros y aquí no ha pasado nada. Volverá la tragedia de otra manera.

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  2. Que la madre naturaleza es salvaje e incontrolable, esto ya lo sabemos.
    Está quejosa, no se siente respetada y motivos no le faltan.
    Se construye donde no se debiera haber permitido nunca.El espacio
    urbanizado es cada vez más extenso.Las emisiones de CO2 no cesan.
    Los acuerdos internacionales no se cumplen y aquí no pasa nada…
    Sí que pasa, ya lo creo.
    Acaba de pasar!!
    Todos, en cierta medida somos responsables, pero en especial la clase política y los gobernantes que miran hacía otra parte y se van pasando la pelota y la culpa unos a otros.
    Por algo será.Actitud vergonzosa y deshumanizada la de ellos.
    No podrían irá la una , por una vez?.
    Personalmente,creo que ante este drama ha habido una tremenda falta de previsión y divulgación.
    Pilló a la población absolutamente desprevenida y desinformada,fuera de sus casas, cumpliendo horario laboral muchos de ellos.
    Responsables los habrá, digo yo.
    Irán pasando los días, el tema dejará paulatinamente de tener interés en lis medios y
    aquí no habrá pasado nada.
    Debería llegarse hasta al final de la investigación.
    De poco sirven los recursos tecnológicos,los medios de predicción y los conocimientos de los expertos, si no se aplican en la práctica debido a una mala gestión y falta de planificación política.
    Que sirva de experiencia.

    Montse Casas



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  3. Triste saber lo que y pasado y lo que nos queda por conocer (especialmente a nivel de víctimas potenciales). Triste ver cómo actúan los políticos. Tristes las reacciones de algunas personas que, aprovechan estos devastadores momentos para ir en contra de los demás. Triste ver como el ser humano sigue sin estar a la altura de la naturaleza: el comportamiento ha de ser de solidaridad y ayuda, pero con conocimiento para no poner más en riesgo a todos; y de unión, cosa que aquí (en España) parece imposible, ni con un desastre de este calibre, tan humanamente horrible. Triste que no sepamos sufrir ni superarnos de manera conjunta y unida. Triste que no vayamos todos a una para conseguir recuperar, vivas o muertas, a esas personas que todavía no se han encontrado. Tristeza profunda porque la humanidad, en los momentos en los que la naturaleza nos supera (y sucederá siempre), no está a la altura.

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    1. No sé porqué no salió mi nombre, por eso escribo ahora: soy Laura Ramos Martínez

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  4. Lo acontecido en Valencia no tiene precedentes en nuestra historia reciente. Se vuelve a abrir el debate de las autonomías, de la capacidad de decisión de cada presidente autonómico, me atrevo a decir que se reabre hasta el debate de la soberanía nacional. Ver para creer. Por un lado a la sociedad española, que siempre estamos a la altura; y por otro lado el máximo responsable de la política nacional, que siempre decepciona. Tiempo la tiempo, para unos y para otros.
    Arminda

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    1. Por haber edificado durante años en suelo calificado de inundable, obedeciendo a intereses espurios, nos encontramos, año tras año, con graves problemas en poblaciones que habitan estas zonas cuando las condiciones atmosféricas son adversas. Para solucionar este problema sólo existe una solución: planificar adecuadamente en el futuro y paliar las consecuencias en todas las zonas afectadas de posible inundación.
      Otro tema es el derivado de la estulticia demostrada por nuestros órganos de gobierno en la solución de una grave catástrofe ocurrida en nuestro país, en la que han prevalecido las tácticas partidistas para eludir responsabilidades, antes que tomar el mando para ordenar y dirigir, tanto a las fuerzas públicas como a los voluntarios que han acudido en masa para solucionarlo.
      Hasta el presente, no tengo conocimiento de que nadie haya admitido responsabilidad en este caos imperante.
      Un abrazo Joaquín, felicidades por tu artículo.

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