El tiempo tiene pasado. ¡Qué tiempos aquellos! nos decimos entre amigos y parientes cuando recordamos hechos, personas, vivencias de otros momentos bastante alejados de ahora mismo.
El tiempo tiene presente. El: ¿Cuánto tiempo necesitas para preparar la comida? Los invitados están a punto de llegar y se hace tarde. Ella: La hago enseguida, si no me hubieses entretenido con tus peroratas….
El tiempo tiene futuro. Ellos: “Confiemos cambie el tiempo, pues en otro caso nuestro viaje puede sernos baldío”
El tiempo que nos falta nos sirve de pobre pena para excusarnos, porque pretendemos justificar lo que no somos capaces de administrar con una práctica reflexiva en la priorización de nuestros actos debidos.
Es importante ese tiempo que nos damos, o sea, que nos reservamos especialmente, porque de su transcurso, lo que ocurra en nuestra vida mientras llega ese momento que “tiene que venir”, dependa algo importante para el futuro.
La historia, aquel tiempo de los otros que se nos adelantaron en el vivir. De aquellos que conformaron nuestro presente al ir creando y descubriendo nuevos medios y el de sus quehaceres, desarrollo y mejor supervivencia. Testigo de triunfos y quebrantos.
El porvenir, la esperanza de corregir defectos de esta hora. Ilusión de merecer compensaciones mayores. O desconfianza en lo venidero. Y la tranquilidad deseada de “quedarme como estoy”.
¿Es, o no es, un plural compañero, el tiempo? Siempre presente en nuestros diálogos y monólogos. Muletilla de tantas anécdotas. Refugio de otros sinsabores cuando nos enfada. Y dador de algunas alegrías que despejan la tristeza de causas molestas.
Lo es ese tiempo de magnitud, de medición, de duración de las personas y de las cosas, del verbo y del espacio, geológico, sideral y bastante más. Y tiene un influyente compañero, el tiempo atmosférico, el que constituye lo que conocemos por clima.
La naturaleza gusta de cambiarnos su modo de acompañarnos. Sea porque la provoquemos, como sostienen muchos defensores acérrimos del cambio climático, sea por sus propias condiciones sujetas a la evolución universal cíclica.
Ese tiempo, el del clima, lo es también geográfico. El planeta tierra, por su posición y movimiento astral, ofrece diferentes “estaciones” de tiempo, produciendo distintos modos de vida que suponen modelar culturas, dando lugar a costumbres influyentes en labores, festividades, alimentación y vestido.
En estos días de primavera que tienen poco de ser propios, el tiempo juega con nosotros a la duda de lo que hay que hacer, ponerse, como ir o adonde voy. Confunde lo previsible porque cambia sin cesar.
Parece como si el tiempo quiera justificar que bastantes jóvenes ya pasean como atletas y majorettes, al lado de compinches con sudadera y capucha, a modo de reto al clima de no importarles si airea, insola, enfría o moja, porque esa circunstancia no les abstrae de su disfrutar de la vida y han decidido hacer “un tiempo muerto”.
Qué bonito! Gracias!
ResponderEliminarEl tiempo. Mejor dicho: la gestión del tiempo. Esté siempre es el mismo. No pasa más deprisa, ni lo hace más despacio. Calidad del tiempo en relación a la cantidad del mismo. En qué lo invertimos, a qué lo dedicamos, para que lo perdemos, a quién se lo quitamos, con quién lo compartimos, a qué o quién se lo regalamos, para qué lo utilizamos,…
ResponderEliminarAunque es algo valioso y único, a menudo lo tratamos de forma trivial y echándole la culpa de lo que nos pasa. Que los días no pasen como si fueran un día más.
Que razón tienes !!! Muchas felicidades!!
ResponderEliminarComo siempre. Extraordinario.Gracias por tu envio
ResponderEliminarHola Joaquín; menudo tema has escogido esta semana hasta sacarle todo su jugo tal como has hecho.. Hasta sabios como Einstein eligieron el tiempo para demostrar su relatividad.
ResponderEliminarA nivel más popular lo utilizamos, tanto com excusa para desearnos un buen día en el ascensor, como para recordar tiempos pretéritos en momentos de abstracción mental.
Nuestro tiempo tampoco ha gozado siempre de uniformidad en su medida; cuanto nos ha costado que transcurriera rápidamente en momentos de dolor o de tristeza, y que pronto pasa cuando estamos gozando de una situación placentera.
De todas maneras, los que ya contamos con cierta edad, hacemos cierta la frase que "los días pasan lentamente, pero los años pasan muy rápido".
Felicidades por tu artículo.
“Tempus fugit”.
ResponderEliminarExpresión pue todos habremos oido en alguna ocasión.
El tempo de nuestras vidas desde que tenemos consciencia .Con la edad ,cada vez parece estar más presente y protagonista, como si nos persiguiera…
Un tiempo para cada cosa,
Que relativo y fugaz todo lo relativo a él .Sin elección, siempre marcándonos el paso.
Compañero inseparable.Aparece y desaparece, pero ahí está.
Acostumbrados a su presencia .
“Tempus fugit”.
Montse Casas