Muchas veces pienso si los resultados esperables de la relación entre la evolución natural, el ejercicio intelectual y la búsqueda de la excelencia personal, características del deseo humano para seguir aumentando diferencias con el resto de seres vivientes, realmente son consecuentes con la coherencia de una racionalidad deseable.
Esas condiciones son comunes para la especie, pero la cognición, de inicio, es un enigma que se irá desarrollando como una esponja que absorbe todo lo que la observación de los sentidos le aporta, con sus vericuetos, bondades y malicias de los otros y jugarretas del destino, conformando las conductas.
Si al desarrollo de nuestra especie, con avances científicos constantes que aportan soluciones a deficiencias de vida anteriores y mejoras en la calidad de la existencia con el disfrute de nuevos medios al alcance de más personas en el mundo, añadimos comportamientos, digamos un tanto prescindibles, apoyados en modas pasajeras o apreciaciones huecas, quizás estemos confundiendo aquello del desarrollo personal.
De vivir bien o hacerlo regular, de pasarlo fatal pero subsistir, el ser humano de siempre sabe bastante. Culturas y países, con sus altibajos y tropezones, los humanos han ido saltando hacia lo que superaba lo anterior conocido. Por ejemplo, son impagables los logros conseguidos para llegar a vivir más años y así disfrutar de muchas más satisfacciones.
Pero, al mismo tiempo, el hombre y la mujer hemos sido débiles ante la flaqueza y el vicio. Nos hemos afanado en encontrar y aprovecharnos de incentivos triviales, como gustos y caprichos que, sin poner barreras al desarrollo vital coherente, generan dificultades que alteran la natural convivencia.
Porque hay personas que llevados de modas y otras costumbres que proponen nuevos disfrutes para la vida, como ingerir alimentos y bebidas muy sugerentes; fumar, vapear o esnifar, vicios normalmente contraproducentes, o hacer ejercicios deportivos peligrosos con riesgo de alarma social, producen comportamientos que fácilmente atentan contra la salud individual y colectiva.
Es el caso del inquietante aumento de la obesidad. Es decir, pesar más de lo que es saludable.
Observo por las calles ahora, en la playa este verano, en las terrazas de los bares, mucha gente gorda. Así define nuestra RALE a la obesidad: estar excesivamente gordo. Me fijo también en más comercios cada día que lucen letreros de “hay tallas grandes”.
Llama la atención el rápido avance de esta enfermedad, potencial en muchos y real en bastantes ciudadanos españoles y de muchos turistas que nos visitan. Veo que hay obesos de todas las edades, niños de Primaria, chicas bonitas púberes, señoras de mediana edad y hombres, mocetones, de vientre enorme, algunos pagando suplemento en el avión por requerir un asiento más ancho.
He leído bastante al respecto y me hago cruces de los perjuicios denunciados por tantos especialistas en salud, apercibiendo a estas personas del importante riesgo que supone tener un IMC(*) o Índice de Masa Corporal -anótese Ud. las siglas e infórmese, pues se sorprenderá de la EPIDEMIA ante la que nos encontramos- ¿A qué se debe? Sencillamente a que comemos mucho y mal.
Seguro que hay obesidades singulares e infortunadas con difíciles posibilidades de curación. Sin embargo, la inmensa mayoría son controlables y potencialmente corregibles; cosa de dietas y disciplina alimentaria, nada más.
También es cierto que los cambios del tipo de vida que supone congeniar trabajo y hogar, inclusive la dependencia laboral obligada o deseada de toda persona en edad de trabajar y tener que alimentarse fuera de los hábitos tradicionales, excusa en parte la circunstancia de la obesidad.
No obstante, debe hacerse una reflexión profunda por parte de las personas con tendencia obesa para que se enfrenten con decisión espartana a combatirla. ¡Es por su salud!
Vayamos, pues, en búsqueda de la coherencia de una racionalidad creciente y deseable. 100 años atrás, en España al menos, no había gordos apenas y casi todos sabemos por qué unos pocos lo eran. Las madres deseaban criar niños hermosos y “lustrosos” (que diera gloria verlos) como prueba de bien alimentados. Actualmente hemos de conseguir que nuestros niños estén sanos, comiendo alimentos saludables, huyendo de lamines y bizcocho diario.
Joaquín Ramos López- 15 octubre 2023
¡Felicidades Teresas!
(*) IMC: peso (kg)/ [estatura (m)]2 los valores que están entre 18,5 y 24,9 se encuentran dentro de los rangos normales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS)
Como siempre sensacional.Gracias
ResponderEliminarLa obesidad es algo realmente común en casi toda nuestra geografía española.Antiguamente, estar “gordito“ ó “hermoso“ era sinónimo de prosperidad económica ò social; ahora sin duda, podemos interpretar todo lo contrario. La nutrición es algo tan importante par nuestro óptimo desarrollo, que debería enseñarse y explicarse desde una edad muy temprana.
ResponderEliminarSin duda, otra asignatura pendiente de nuestra sociedad.
Arminda
pues si,los malos hábitos a la hora de comer y la mala enseñanza a comer han provocado este problema cada vez más peligroso
ResponderEliminarMuy claro. Entrar en una espiral como la de la excesiva comida o inadecuada, es fácil. Salir de ella, requiere mucha fuerza de voluntad. Tu artículo nos hace reflexionar. Gracias, querido amigo.
ResponderEliminarNo creo que la evolución natural o el soporte cultural que el ser humano haya adquirido desde la prehistoria, haya influido demasiado en el aumento de la masa corporal de los individuos. Mejor lo atribuyo a un cambio total en el sistema alimentario como consecuencia de la gran variedad de nutrientes que paulatinamente hemos introducido en nuestra dieta.
ResponderEliminarTambién puede deberse a la mejora del nivel de vida en la sociedad, si comparamos el poder adquisitivo medio que poseía un trabajador de principios del siglo XX, con uno actual.
Otro motivo puede estar en el nivel intelectual de las personas, si las agrupamos mundialmente por su grado de civilización y de acuerdo con su procedencia.
Por último, cabe destacar la falta de ejercicio entre gran parte de la población infantil y adolescente, que prefieren entretenerse ante una pantalla, antes que cansarse en un ejercicio físico. Tampoco los adultos, que formamos el mayor segmento de obesos, todo y sabiendo las desventajas de serlo, respecto a nuestra salud.
Tienes razón Joaquín. Todos juntos hemos de combatir la gordura y poner nuestro I.M.C. a punto. Gracias.
Es muy cierto todo lo que nos has explicado sobre la obesidad.Antiguamente nuestras madres creían que cuando más gorditos estábamos más sanos lo estábamos también..En estos momentos se.mira más el estilismo en los jóvenes pero a partir de los cuarenta deberíamos mirar más por nuestra salud para evitar no caer en esa avidez por la comida y mantener una regulación.A mí nunca me ha gustado la "gordura",ni siquiera en las obras de Botero.
ResponderEliminarTema de salud social muy actual y preocupante el de la obesidad. No me gusta utilizar el término gordo-a, peyorativo e insultante, mejor sobrepeso o por encima de los estándares.
ResponderEliminarEs cierto; no se lleva, no está de moda ni es una buena tarjeta de presentación.
La sociedad nos impone unos cánones estéticos cambiantes a lo largo de la historia.
La sociedad del consumo y la sobrealimentación procesada pasa factura.
No todas las personas se ven reflejadas en estos modelos esculturales, ni se verán por mucho que se empeñen en ello.Los patrones físicos son muy diversos y la genética muy determinante.
Los trastornos aliméntarios entre la gente joven ,una realidad alarmante , así como también el deseo de tener un “cuerpo diez” a base bisturí y vivir obsesionados con el ejercicio físico .
La aceptación personal , primordial para vivir en armonía con uno mismo.
Buenos aliados: deporte,cuidados, disciplina, hábitos de alimentación saludable …
Ya los conocemos, para que engañarnos:
Mens sana in corpore sano.
Montse Casas