Ir al contenido principal

Conformidad / Conformismo


Dar conformidad y conformarse son dos actos normalmente positivos respecto de un resultado, sea por la compra de un producto, la prestación de un servicio, la suscripción de un contrato y también por la aceptación de una obligación o disposición legal.


Sin embargo, subjetivamente, ambas manifestaciones difieren por sus connotaciones respecto del propósito al que se vinculan. Pues no es lo mismo considerar bien y a gusto el fin recibido -estar conforme- que aceptar su resultado con reservas -conformarse-.


Una lectura ocasional me sugiere el tema elegido, al que aporto una anécdota de ficción: Dos vecinos de escalera se encuentran de regreso en el hall de su inmueble, se saludan de costumbre, y


-Qué tal José, te noto el ceño algo arrugado, ¿está todo bien?

-El caso es que vengo enfadado conmigo mismo, Pedro.

-Eso tiene fácil arreglo; desahógate hombre, cuéntamelo.

-He recogido el coche del taller, ya arreglado de las rozaduras que llevaba en una puerta y he notado que no había quedado perfecto por culpa de una pequeña ondulación en la zona reparada. Casi no se percibe y puede pasar por bien hecha, pero..

-O sea, que no te ha parecido bien el trabajo realizado.

-Sí, claro, ya me conoces. Pero lo he aceptado, firmando el conforme y pagado la factura. Después, al irme ya, se lo he dicho al chapista. Casi no lo apreciaba, pero ha admitido la ligera falla y me ha ofrecido volverlo a hacer si el defectillo me quitaba el sueño (nos conocemos de largo tiempo).

-Y tú te has conformado, porque ese descuido seguro que es imperceptible a todos, menos a ti.

-Algo así, sí. El caso es que la oferta del mecánico me ha desconcertado favorablemente y me siento “empatado al gusto” 


Quedar totalmente satisfecho con una prestación es algo esperado e irrenunciable. Presentarse un inconveniente o fallar un elemento, ocurre alguna vez y merece ser comprendido. Hacer las cosas bien, en general, es exigible y reclamar lo imperfecto es un derecho. 


Entiendo que esperar ventajas económicas o resultados extraordinarios en la dependencia del consumismo actual, puede resultar exagerado. Y, al mismo tiempo, tener que asumir que “no pasa nada” si la puerta no ajusta exactamente pero cierra, o que el fallo es del industrial precedente y ya está bien. Pues eso.


Cada día se apunta una empresa más a la moderna costumbre de hacernos encuestas sobre cómo nos ha parecido tal o cual actuación. Por lo visto, además de transmitir buena imagen comercial, digo yo si no serán conscientes que sus comisionados fallan bastante y tratan de quedar bien.


Ojeo a veces revistas sobre defensa de los consumidores y leo la cantidad de insatisfacciones comerciales de todo tipo que se producen normalmente. Ellas acostumbran a pedir a los usuarios que reclamen siempre lo mal actuado y que vigilen cada compra o servicio requerido. 


Sobre todo insisten en que nos enteremos bien de lo que firmamos y damos conformidad, pues no hacerlo puede resultarnos  contraproducente.


Conformarse puede quedarnos estupendo en el trato, comprensivo en la debilidad, amistoso en la consideración y hasta misericordioso y complaciente. Pero solo dar conformidad cierta y propugnar lo bien hecho, puede sernos favorable en la práctica del bienestar.


Lo “mejor es enemigo de lo bueno” y “más vale que sobre que falte” son adagios posiblemente algo trasnochados e incompatibles modernos. De acuerdo. Sin embargo, no abusemos del conformismo, mejor aquilatarlo. No renunciemos a conseguir lo correcto. Rechacemos el descaro de los incumplimientos.  Defendamos una vida responsable.





Comentarios

  1. Magnífico como siempre y con toda la razón.Gracias

    ResponderEliminar
  2. apreciado Joaquín, estoy de acuerdo contigo en que en el ámbito laboral la persona tiene que ser exigente empezando por uno mismo y con los demás, pero en el ámbito privado entiendo que uno tiene que mantener esa exigencia con uno mismo pero ser indulgente con los que te rodean entendiendo que esa falta de exigencia se debe a su propia debilidad, si te falta la indulgencia te llega la inclemencia de los demás. Es mi humilde opinión.

    ResponderEliminar
  3. Den es procurar tender a la excelencia, dentro de lo posible. Pero no debemos.olvidar que debemos empezar con autoexigirnos a nosotros mismos, para después poder hacer lo propio con los demás. Eso nos hará más fácil, conformarnos dy dar conformidad.

    ResponderEliminar
  4. Felicidades por el escrito y no te falta razón

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creo que hemos llegado a un punto de conformismo pesimista, del que sólo una evolución positiva del sentido de responsabilidad colectiva puede salvarnos.
      Aceptamos las excusas, la incompetencia, la impericia o la incapacidad en muchos de los servicios que recibimos, porqué ya asumimos mentalmente este riesgo en el momento de encomendar el trabajo.
      Eso es malo, sobre todo para nosotros, pero lo admitimos porqué luchar en su contra sería todavía peor para nuestra salud.
      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Conforme con tu escrito. No me conformo con lo que se hace y puede hacerse mejor, aunque a veces deba dar mi conformidad a contrapecho. Lo que no quiere decir que es como quisiera que fuese. Debate y lucha complicada pero no por ello perdida. Si apostamos por el conformismo, acabaremos dando conformidad a cualquier cosa. Y en eso no estoy conforme. Pues eso. ¡Cuán dificil es pero qué claro lo tengo, aunque no pueda expresarlo mejor!

    ResponderEliminar
  6. Lamentablemente es algo que sucede bastante a menudo.
    Hemos de dar por bueno, o sea conformarnos con algo que bajo nuestro punto de vista, consideramos mediocre.
    Lo haría también extensivo al trato recibido en un establecimiento o grandes almacenes.
    Por contra, valoro el trato correcto y profesional cuando te lo dan.
    No tengo inconveniente en agradecerlo .

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario

Entradas populares de este blog

Plumitas

Plumitas Ayer murió mi pájaro. Periquito azul de 5 años. Juguetón y con carácter. Tastador de menús caseros. Crítico ruidoso ante la tele y fervoroso amigo del móvil. Nos conocía a todos de casa y creo que nos entendía. Sin ser manso, accedía a nuestros mimos y encajaba bien mis regañinas.   Fue un regalo de mis nietos para asociarse a mi viejo afecto por esos pájaros. Deriva de mi infancia, cuando tuve una bonita Pitita verde, que emparejé con un bonito macho azul y criaron descendencia que repartí entre amigos. A Plumitas le gustaba casi más estar fuera de su jaula que en su interior. Se acostumbró pronto a salir, merodear por la cocina y entrar a su refugio -nunca encierro- por cualquiera de sus dos puertas. Su casa, donde, además de sentirse seguro, se convertía a menudo en un jolgorio juguetón, tanto dentro como en su terraza exterior. Y nos divertía a nosotros. Sí, tenía sus juguetillos colgantes, sus amiguetes pacíficos y muy parados. Y picoteaba con fruición a un par de per...

Por unas dosis de templanza

De vez en cuando, sobre todo cuando soy testigo de una escena o evento donde la compostura cívica está alterada, me viene a la memoria el recurso fácil de la cultura cristiana respecto de las virtudes.   Todas, cardinales , ya enunciadas por Platón y posteriormente adoptadas por el cristianismo y otras religiones, cuando de tratar sobre la moral se ocupan, y teologales , esa medicina espiritual para el alivio de la vida terrenal con sus contrariedades, merecen tenerse muy en consideración.   Y de esas otras siete más, las capitales, cuya práctica presupone corregir a sus homónimos “pecados”, que tanto envilecen las conductas desordenadas de los hombres.   De esas catorce maravillas disponibles para un ejercicio moral deseable -y hay algunas más- debiéramos todos, creyentes religiosos o respetables agnósticos, gente de bien o arrepentidos de actos impropios, sentirnos obligarnos a ejercitarlas.   Fue a principios de este verano, durante un encuentro de nuestro primer ...