Ir al contenido principal

Cerrado por Vacaciones



Algo ha cambiado en mi barrio esta primera semana de agosto. He bajado a la calle, a la hora aproximada de otros días, y he notado más tranquilidad, menos movimiento que antes del último fin de semana. 


Como si la tímida reentrada del mes pasado en la normalidad suspendida hace casi año y medio, hubiese reculado.


Me acerco a la panadería de mi costumbre y tiene el exterior cerrado. Opto por dirigirme a la franquicia instalada más próxima y puedo, menos mal, conformarme ad hoc con un pseudo-croissant.


De regreso, paso por la Ferretería donde pretendo adquirir una bombilla para sustituir la que tengo fundida hace dos días. ¡Oh, sorpresa!, aún está sin abrir el establecimiento; hay un cartelito pegado en medio de la persiana primorosamente grafiteada, reza:


La contracción y repliegue ocasionado por la pandemia de nuestras malicias ha propiciado que la gente, hastiada de encierro y deseosa de volver al ancho mundo geográfico, haya decidido tomarse unos días de entretenimiento y relax recuperando la sana costumbre de vacacionar fuera de su lugar habitual.


Claro, el contrapunto social es que los que se quedan en casa , ociosos o laborantes, deben cambiar sus hábitos de compra y salir a la búsqueda de alternativas de aprovisionamiento. 


Pero la modernidad y sus adelantos nos tienen bien cubiertos con grandes áreas comerciales al efecto.


Hubo una época en que el indebido apodado “ferragosto” vaciaba las ciudades casi al completo. Pronto nos avinimos a partir las vacaciones en dos o tres periodos anuales y la despoblación temporal urbana se repartió algo mejor. 


La flexibilización laboral, el teletrabajo y la aparición de servicios alternativos, vinieron a racionalizar esas ausencias.


Las vacaciones son la meta anual de hacer diferente nuestra vida. Pasamos horas invirtiendo ilusión en programarlas, apuramos planes y presupuestos, incluidas apetitosas dudas de elección, para tratar de disfrutar a tope de ese largo paréntesis de asueto.



El inicio de las vacaciones tiene mucho de esplendorosa jornada. Hasta nos parecen menores las molestas aglomeraciones aeroportuarias o las incómodas retenciones automovilísticas; no pasa nada, no hay problema, porque nos vamos de vacaciones.


Durante las vacaciones, normalmente, cambiamos los roles habituales por modos de hacer relajados u osados, no acostumbrados. 


Practicamos experiencias antes desconocidas. Soñamos con cambios de estado y gusto personal. Apetecemos la vida de esos otros encontrados.


Nos acordamos poco de esas personas que no pueden tomarse unas vacaciones, que las hay muchas también. Unas impedidas por la salud, otras por razones económicas y algunas por obligaciones profesionales. 


Para ellas deberíamos ayudar a encontrar compensaciones emotivas favorables que les sirvan de consuelo.


El último tramo de las vacaciones puede producir una cierta congoja, bien porque se nos acaban, bien porque nos apetece regresar a la vida regular. 



Empezamos a hacer planes de reingreso al trabajo, al ejercicio físico, a la dieta alimenticia, a la recomendable lectura diaria, a tal o cuál propósito de enmienda. 


Es absolutamente lógico y no cabe plantearse síndrome post-vacacional alguno, con el que algunos pretenden excusar su normalidad.


Cuente, estimado lector, que su negocio habitual estará abierto y esperándole como de costumbre. Por mi parte, también deseo reencontrarme con mis lectores en septiembre.¡Felices vacaciones!

Comentarios

  1. Las vacaciones es el momento del año que toca ese descanso merecido o no de un año de trabajo,pero yo siempre digo que si tienes vacaciones es por que te las has ganado.un saludo.

    ResponderEliminar
  2. ¡Feliz verano! Nos vemos de nuevo, y si Dios quiere, en septiembre. ¡Buenas (y también merrcidas) vacaciones! Aunque distinto, durante este mes de agosto, yo, al menos, disfrutaré de unos días de desconexión y descanso. Días en los que mi mente estará en blanco en lo que respecta al trabajo, activa en la referente al disfrute emocional personal, preparada para la (maravillosa) ocupación familiar, y libre de pensamientos para mí misma. Porque al final, las vacaciones para mí son dedicarse un tiempo a una misma especialmente. Todo el mundo precisa de un período de vacaciones, descanso y desconexión. Así que estemos tranquilos si 'cerramos por vacaciones' porque eso es algo que todos entendemos porque todos (de una manera u otra) las necesitamos. ¡Nos leemos a la vuelta!

    ResponderEliminar
  3. Aunque pueda parecer que siempre esté de vacaciones porque estoy jubilada, nada más lejos de la verdad, porque los quehaceres durante el año son diversos, continuados e intensos. Lógicamente no es la misma situación que alguien empleado activo, pero ¡los abuelos/padres también necesitamos vacaciones! Descansar, cambiar de ubicación, ver y estar con la familia y disfrutar. Corto y yo también cierro por vacaciones de verano.

    ResponderEliminar
  4. Tendemos a idealizar las vacaciones, haciendo proyectos sobre viajes a otras ciudades o países lejanos sobre los que ya nos hemos documentado previamente, ahorramos para que se cumplan nuestros deseos, aportamos nuestras ilusiones y esfuerzos para todo salga de acuerdo con nuestra planificación, y al final, volvemos a casa con nuestro tesoro, representado por los recuerdos y emociones adquiridos y por un copioso archivo de fotografías que nos harán recordar todas las vicisitudes pasadas, aportándonos a la vez suficiente energía para utilizarla convenientemente el resto del año.
    Muchas veces, al llegar las vacaciones, cambiamos el ajetreo diario en nuestra ciudad, por las aglomeraciones y el movimiento que nos dispensa nuestro nuevo destino, aún contando con las sorpresas i alicientes que esperamos compensen nuestras ansias de novedades.
    Buenas vacaciones y hasta la vuelta !!!

    ResponderEliminar
  5. Victor super nieto jeje17 de agosto de 2021 a las 11:49

    Fenomenal artículo como siempre!! Sugiero una aparición de tu nuevo compañero plumitas en el artículo!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario

Entradas populares de este blog

¡Ayuda!

Nunca hasta ahora, o así quiero creer, se ha usado tanto esta significativa palabra. Bonita también, por lo que representa como mensaje y recurso humanitarios. Debilidad, en búsqueda de reparar una necesidad con una altruista solución.   Ayudar es cooperar y es socorrer. Prestar ayuda es dar amparo por algo o para alguien necesitado de ser asistido. La ayuda que yo priorizo es aquella que se presta para aliviar al que no le responden sus esperanzas. Y pedir ayuda pudiera ser gastar la última prueba de un pundonor; el recurso final a restituir una carencia vital sobrevenida, una salida a la desesperación. En tiempos que ahora corren veloces, todo que los días duran lo mismo de siempre, lo de pedir ayuda se ha pluralizado y banalizado hasta el extremo de ser considerado como un recurso imprescindible de mejor sobrevivencia. Pienso, para disfrazar la capacidad de hacerlo naturalmente. Sí, porque el común actor humano de esta moderna sociedad aspirante al disfrute de una vida intensa y...

Costumbres

Bonito vocablo, potente, emotivo, legítimo, recurrente y de remate. Y, como no, ambivalente, o sea, humanístico.   Algo que se califique así engrandece al tiempo, estimado en todos sus momentos. Una opción para resolver, para justificar y para comprender. Una referencia para culminar una voluntad alejada de argumentos subjetivos enfrentados. Un poder disuasorio. La Costumbre tiene -merece, si se me permite- nombre “propio”. Porque no hay una costumbre que no se corresponda con “algo” que le otorga primacía verbal sobre el común destino de su recurso. Tiene un valor permanente, no se agota ni se sustituye; puede obviarse y hasta no considerarse, pero queda ahí para el siguiente episodio. O no conviene ahora, pero mantiene su importancia.   Para el Derecho es “fuente” de interpretación y, en ocasiones, de aplicación, cuando la ley, el reglamento, la norma escrita, no tienen o pueden dar respuesta asimilable por la ausencia formalizada de las relaciones discutibles. Y faculta la ...

El resurgir del uniforme

Tenemos al uniforme como una vestimenta, un traje peculiar , dice nuestra Academia de la Lengua. Y se describe -a mi me gusta más- en Wikipedia, como un conjunto estandarizado de ropa .  Ambas fuentes, a su modo, coinciden en su uso y destino de individuos, digamos, colegiados , pertenecientes a una misma profesión o clase. El origen de los uniformes es ancestral, de tradición remota, de civilizaciones ya organizadas que precisaban hacerse distinguir en la batalla con los ejércitos enemigos. A los niños, la mayoría, de siempre, la vestimenta militar ha supuesto un atractivo especial. ¿Quién no ha tenido, o deseado tener, su pequeña colección de soldaditos de plomo? ¿Quién no ha jugado en la calle a desfilar? Las visitas al museo; las jornadas de puertas abiertas de cuarteles militares, policiales y de bomberos; la presencia en las paradas y desfiles, han sido a menudo eventos de señalada asistencia familiar, con la influencia de los vistosos e imponentes uniformes y su despliegue. ...