Hasta no hace mucho lo sostenible solía ser algo que se podía sostener -de aguantar- retener o sujetar para no caerse. Un niño o un objeto de cuidado requería de alguien o algo con adecuada sostenibilidad. También se empleaba como sinónimo de conservar, mantener, durar y hasta de reforzar una afirmación.
Recientemente leí una publicidad donde un banco ofrecía créditos “sostenibles” y me asaltó la duda de si se trataba de dar una financiación para siempre y si tal condición significaba no tener que devolver el dinero prestado. Evidentemente no era eso.
Ahora es frecuente, diría que asfixiante, ver en los paquetes de productos de consumo más corriente, en la publicidad corporativa de grandes empresas, en la manifestación redundante de los políticos, en facturas, correspondencia, folletos, cartelería callejera, que “todo” debe ser sostenible.
Sin duda, el adjetivo sostenibilidad, simplifica perfectamente el propósito de conservar procurando no se agoten, ni provocando dañar más el ambiente natural de nuestro planeta, mientras sus habitantes, las personas y el resto de seres vivientes, mantienen su existencia dignamente.
Ocurre quizás que ese positivo pero complejo deseo viene adquiriendo un cierto tufillo de reclamo interesado más allá de la sana intención de su práctica encaminada esencialmente a un desarrollo social, económico y ambiental equitativos.
Nuestra economía de mercado se ha vestido de verde y azul; las empresas que se precian de saber llegar al público consumidor adaptan sus estatutos, reestructuran su organización interna, asumen compromisos medioambientales y publicitan recursos en favor de ésta u otra investigación al respecto.
Tal es la proclama general de la sostenibilidad que se usa el término para todo aquello que interesa colocar al ciudadano en su mente y en su hogar. Basta dedicar unos minutos de un día cualquiera y percatarse de la proliferación expansiva en todos los órdenes de la palabra SOSTENIBLE.
Y claro está que se trata de una responsabilidad de todos la de cuidar los bienes de la naturaleza y hacer un uso racional de todas las maravillas a nuestra disposición, para el disfrute de todos los habitantes y tratar de garantizar su persistencia.
Pero a veces se yerra por sobrevalorar soluciones poco meditadas. O no se aprecian consecuencias cuestionables de modificaciones que resultan antinaturales. La naturaleza, su evolución general y el planeta tienen sus propios ciclos.
Se habla mucho de cambio climático y la influencia negativa de conductas industriales y personales contraproducentes. Se justifican acciones interesadas para reclamar una atención que debiera ser per se requerida por actuaciones directas y positivas.
Se hace muy poco a nivel individual para colaborar con la sostenibilidad, cuando es el camino más fácil y fértil para lograrla. Sería muy necesario que la educación general tomara con fuerza convincente esa responsabilidad. Que países y gobiernos asumiesen ya no el compromiso político sino la regulación coercitiva precisa para combatir tales carencias.
Pensaba yo todo esto esta mañana, sentado en un banco -de los que nos sostienen físicamente, claro- frente al mar y miraba sobre la arena un espacio vallado donde una tortuga caretta días pasados desovó en su nido 146 huevos y ahora unos muchachos ecologistas velan -hasta primeros de septiembre- y esperan vean la luz sus crías.
Muchos de esos nuevos seres acudirán al mar para que nuestro mundo siga siendo sostenible y yo confiaba mentalmente que no los apresasen esos plásticos mortíferos que los humanos vierten al agua irresponsablemente.
La Triste Historia de la Tortuga Deformada por la Basura:
Felicidades, una buena reflexión sobre la sostenibilad
ResponderEliminarLa sobre explotación de recursos en el planeta hace que se produzcan cambios no deseados en los ciclos de vida de los seres y plantas que habitan en la Tierra, todo esto ya es percibido a simple vista, con la lógica preocupación por el futuro del planeta que dejamos a nuestros descendientes. El grito es unánime, no destruir el planeta, hagamos las cosas para que la vida sea sostenible en la Tierra. Sostenibilidad no puede ser una moda, es un urgente necesidad. No viene mal la concienciación, pero es necesaria la acción.
ResponderEliminarEl artículo es el reflejo de una triste realidad; el vídeo que lo acompaña es la demostración dolorosa del daño que estamos haciendo; la omisión del ser humano ante la acción del mismo ser humano es la angustiosa confirmación de la pasividad ante el desastre natural futuro.
ResponderEliminarLa sostenibilidad, como sustentas en el artículo y como dice Barranque en su comentario, no puede ser una moda; ha de ser una filosofía, una manera de entender la vida; una forma de actuar por creencia, por convicción, por gusto, por compromiso, por responsabilidad, por clarividencia, por obviedad, y también por (lamentablemente) necesidad.
Todos los animales, plantas, sistemas... que precisamente nos sostienen, que sustentan la vida, son atacados por nosotros... La madre naturaleza es sabia y quizá nos devuelva, cíclicamente y como viene haciendo a lo largo de la historia, 'lo mismo que le hacemos nosotros a ella y a sus seres queridos'.
Tal vez, sólo tal vez, podamos 'compensar' lo mal hecho, enseñándonos a nosotros mismos que podemos hacerlo mejor en un futuro. El futuro de los que hoy aún estamos y sobre todo de los que han llegado hace poco o están por llegar.
Sin duda es difícil mantener la sostenibilidad de nuestro planeta, cuando está sometido a la presión demográfica con aumentos exponenciales de población; al desenfreno de su sistema económico basado en poner al mercado la mayor cantidad de productos por muy innecesarios que sean; por las desigualdades entre amplias capas de población entre sectores que pasan realmente hambre y otros que dilapidan su sustento; y por las diferencias ideológicas y religiosas entre la población, por la manera de enfocar su existencia y modos de vida.
ResponderEliminarEstamos instalados en nuestro planeta, que tiene unos recursos cuantificables, como si estos fueran una fuente inagotable a la que recurrir eternamente. Somos como el gusano que se alimenta de la manzana que lo cobija y sustenta, hasta que una vez consumida, desaparecen ambos.
Ya hemos empezado a sufrir las primeras consecuencias de nuestro desenfreno en el cambio climático, que puede llevarnos en breve a drásticos cambios en el ambiente, con prolongadas sequías y hambruna generalizada. El siguiente paso, de no rectificar, nos puede llevar a la guerra por la subsistencia.
El tema es urgente y mejor será que todos los gobiernos se pongan a trabajar coordinadamente ahora, para mitigar los cambios que ya presentimos pero que vamos demorando inconscientemente. Es hora de actuar.
Oportunísima reflexión. Este problema sólo puede solucionarse con una actitud positiva responsable de toda la sociedad.
ResponderEliminarPaquita.