Querida Laura: Con algún reparo de osadía acojo tu propuesta de expresarme sobre un tema tan sugerente, al tiempo que profundo, sobre virtudes y defectos. Me animo con las primeras ahora para dejar los segundos esperando el tiempo de un próximo artículo.
Recientemente asistí a una conferencia en línea sobre “liderazgo empresarial” (Alumni UB) donde uno de sus ponentes me sorprendió favorablemente al entroncar en positivo su exposición con las virtudes cardinales. Por mi experiencia como observador interesado en la actividad de muchos líderes, estuve totalmente de acuerdo.
Para nuestra cultura y su conocimiento tenemos presentes hasta siete virtudes de referencia, entre cardinales y teologales (*). De ellas y otras derivadas o asimiladas, se encuentra recogida abundante información en sitios de consulta de fácil alcance.
Sobre la tenencia o práctica de las virtudes humanas, bastaría decir se trata de los comportamientos presididos por un recto modo de proceder. Esas acciones personales que suponen obrar mediante valores como la verdad, el bien común, la equidad, en justicia, p.e.
Respecto a uno mismo, tales virtudes significan tener asumido que el éxito o la razón, se obtienen con actitudes como el tesón, la confianza, el deber, el esfuerzo y más. Que, a su vez, requieren contar con la prudencia, la disposición, el sacrificio, el respeto. Y todo eso desde la bondad y consideración plena al orden natural.
Los seres humanos se enfrentan de modo permanente con la necesidad de resolver dudas, problemas, compromisos, objetivos y en su búsqueda se encuentran ordinariamente con obstáculos para alcanzarlos. Las virtudes que acrediten serán la razón de su logro.
En ocasiones hablamos de virtudes al considerar excelente la belleza de una obra de cualquier arte y consideramos al intérprete como un virtuoso de su trabajo. Lo propio pensamos del prójimo que alcanza con hechos significados de entrega a los demás ser un ejemplo de caridad, por esa su probada virtud.
Más sencillamente calificamos a personas conocidas tener, por ejemplo, la virtud de la puntualidad o la de estar siempre disponible y dispuesto a ayudar y esa otra de aparecer en el momento más necesario sin otro interés que ejercer de amigo, de amistad verdadera. Todos ellos tienen “esa virtud” que les hace ser diferentes para hacer el bien.
El ocuparse algo más y mejor de lo obligado añade al valor del actor un plus de aprecio por quien es capaz de reconocerle un extra de virtuosa responsabilidad. O la adopción de refuerzo del ánimo para ponerse al frente de un conflicto y resolverlo, dan prueba de su fortaleza y templanza, virtudes precisas para esa superación
Otro tipo virtud no menor es la esgrimida para justificar una decisión, reglamentaria, legal, protocolaria, circunstancia acaecida, que quiere arropar con un recurso al mérito y la verdad un cometido concreto: “En virtud de los hechos………….se le concede…”
La virtud de perdonar. La de reconocer el error sufrido. El conformismo por lo no conseguido pese al empeño puesto. La humildad de sentirse menos y aceptar que la suerte estuvo de otro.
Desde la antigüedad y por autores todavía hoy de cabecera se han tratado las virtudes como algo influyente en doctrinas religiosas, pensamientos filosóficos (Estoicismo), escuelas de humanidades, por la trascendencia que siempre han otorgado al buen fin de la conducta humana.
Sea pues, querida Laura, que deban unos seguir practicando y agradeciendo lo hagan otros todas las virtudes posibles. Y, aún mejor, hagamos todos un análisis conductual propio y olvidando las miserias de algunos, que tanto nos justifican, nos apliquemos más con la práctica que nos falla.
(*) -Virtudes Cardinales: FORTALEZA, JUSTICIA, PRUDENCIA y TEMPLANZA. -Virtudes Teleogales: FE, ESPERANZA y CARIDAD.-Virtudes estóicas: SABIDURIA, TEMPLANZA, JUSTICIA y CORAJE.
Hay que aprovechar tus virtudes sin presumir e intentar mejorar tus defectos aunque nadie es perfecto y el no ser perfecto es una virtud no?
ResponderEliminarExcelente análisis, Joaquín, de un tema que se ha ido relegando
ResponderEliminar👏👏👏👏
ResponderEliminarSeguramente, la mejor virtud de una persona es la que le aprecian todos sus semejantes pero que ella ni se da cuenta. En el comentario en que desarrollas las diferentes clases de virtudes, podemos agruparlas entre la que son de carácter individual, como la fortaleza, la prudencia y la templanza; las de carácter espiritual, como la fe y la esperanza; y las de tipo social, como la justicia o la caridad. Sean todas bien halladas, más las que podamos definir y añadir a este elenco. Y que se nos contagie alguna, aunque sólo sea en esencia.
ResponderEliminarSiempre me ha parecido algo digno de admirar cuando las personas son generosas con su tiempo, paciencia, enseñanzas, etc...para con los demás. Pero siempre que lo hagan de manera desinteresada, sin esperar nada a cambio, sin más; por pura generosidad, por placer, por amor ó simplemente por sentido común. Al igual que admiro cuando un campeón como Rafa Nadal se comporta igual de respetuoso ante la victoria ó ante la derrota. Las virtudes como el talento salen a la luz sin necesidad de ostentación.
ResponderEliminarCuando se pretende una “pose“, tarde ó temprano, el fracaso y la decepción aparecen.
Felicidades Joaquin por este artículo tan reflexivo Joaquin.
Me he sonrojado un poco al reconocerme en el artículo la verdad. No lo esperaba. Pero tienes el don de convertir las características en virtudes y dejar que estas superen cada vez a sus antónimas.
ResponderEliminarLa virtud (disposición habitual para hacer el bien) debería ser el denominador común en las personas, y no algo meritorio, sino más bien intrínseco. Que viniera de base, como en los automóviles la chapa. Y la actitud de 'aplicarla' sería la característica que te convirtiera o no en 'virtuosa' (de algo).
Celebro que la virtud la poseamos todos los seres humanos, lamento que no todos seamos capaces de ponerla en práctica. Pero, en esta vida, ¡todo se entrena y puede lograrse!
Yo creo de verdad que todo el mundo tenemos virtudes, pero no hay que alardear de ellas sino usarlas de manera beneficiosa para una misma y para el resto. Hay que potenciarla. Intentar que sean cada vez más. Pero siempre desde la humildad.
ResponderEliminarBuen artículo, justamente he dado el estoicismo en filosofia este trimestre y es muy interesante!
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