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Defectos a montones



Cuando nos referimos a cualidades y virtudes solemos opinar positivamente, puesto que tales condiciones de comportamiento responden a actos bien vistos socialmente. Al contrario, si nuestro juicio resulta negativo u opuesto al hecho analizado, enseguida lo calificamos de defecto.


Este vocablo es normalmente generoso en la manifestación, aunque vaya algo afeado en la intención. Se tiene también asimilado a la carencia o la imperfección de las cosas y actos personales que se esperan correctas  aquéllas y de buena conducta éstos.


Citar los defectos de algo o alguien puede servir para calificar cuestiones o propiedades no deseadas; para mostrar oposición al resultado de algo; para rechazar una relación personal. Un defecto también es una falta, una tara, un fallo.


Resulta desagradable y puede suponer ingratitud tildar de defecto lo que es sencillamente una carencia natural o accidental de cualidades, sobre todo si corresponden a seres naturales, o se refieren a cosas que cuentan con un valor añadido humano.


Considerar algo “por defecto” o “en defecto de” tiene un doble interés pues, sin desmerecer lo que sustituye, resuelve el fin original propuesto. También hay defectos complacientes, que resuelven escenas comprometidas. Y defectos imprevisibles y muy curiosos que pueden enriquecer a su poseedor.


Pero en general, cuando se opina sobre si un individuo determinado se porta o carece de una condición que el resto de sus relacionados estiman como improcedente, su opinión se centra en que “tiene el defecto de…”  Aquí ponga Ud., estimado lector, el aprecio faltante.


He buscado y encontrado largas listas de defectos achacables a conductas personales. Todas ellas relacionadas con virtudes de conducta deseables y he llegado a la conclusión que es defecto todo acto que no se corresponde o deja malparada la cualidad que según quién la enjuicia no practica el actor cuestionado. 


Normalmente será también la opinión de su colectivo, incluso de su  cultura. Puede ser que algunos más -o muchos- hagan lo propio. Incluso él mismo -el crítico- también “peque” otro día. Y todos podemos no contemplar, o desconocer, que tal defecto es imperfecto, porque lo deshace la esencia principal del acto.


¿Con qué moralidad podemos hablar de defectos corporales humanos o carencia de control cognitivo? ¿Es debido oponernos a cualidades socialmente negativas que, asentadas en espíritu y razón individuales, producen resultados positivos? ¿Procede juzgar como imperfecto algo que no ha servido bien para nuestras aspiraciones?


¿Es correcto considerar asumible como defecto lo que realmente es un “vicio”? Porque uno y otro derivan de la carencia o falta de cualidades positivas concretas y que pueden, o no, compartirse. Sin embargo, para un juicio prudente deberá distinguirse debidamente la implicación personal y social de la conducta de que se trate.


Me alejo de describir y relatar los muchos motivos de conducta que, alterando lo esperable de una acción personal regulada por las normas de urbanidad, se producen a nuestro alrededor con alguna frecuencia y que siendo controlables, pasan por burdos defectos. 


Espero, querida Laura, haber conseguido corresponder en favor de tu interés en expresarme sobre los defectos, tras hacerlo sobre las virtudes, y me permito extender a ti y demás lectores que tener defectos -que todos tenemos- y querer corregirlos -que a muchos nos importa- solo requiere, casi siempre, la voluntad de evitarlos.







Comentarios

  1. Todos tenemos claro en nuestro esquema de valores nuestras virtudes y nuestros defectos. La cosa de complica cuándo algunos de nuestros defectos puede ser virtudes para otros y viceversa .

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  2. Todo ser humano, en su manera de actuar o pensar, posee virtudes, defectos o vicios que expone permanentemente al expresarse o relacionarse con otras personas. La manera en que la sociedad que lo envuelve interprete objetivamente como defecto un hecho repetitivo determinado, dependerá de las circunstancias concernientes a la moralidad imperante en aquel momento y al punto de vista, meramente subjetivo, de quien lo valore.

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  3. Claro que todos tenemos defectos, suerte que para algunos de nuestros amigos pasan a no tenerlos en cuenta, incluso a verlos no diré cómo virtudes, pero sí como características de nuestra personalidad. Yo no sé si siempre he sido tan habladora como ahora, tal vez cuento las anécdotas de mi vida mucho más largas y detalladas. Creo que es una mezcla de edad y memoria, que pueden jugar malas pasadas. Però disfrutar de la vida ahora es lo primordial y no preocuparse por si tal o cual persona puede ver estas "batallitas" como muy pesadas. Y hasta otra.

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  4. Mi voluntad ha sido más que satisfecha: ella sólo pretendía ofrecerte un(par de) tema(s) y sin embargo he encontrado dos artículos sobre los que reflexionar.
    Como decía en mi anterior comentarios, las virtudes son para mí características, y los defectos también lo son. ¿Porqué? Porque además de que todos ellos pueden llegar a moldearse, lo que en una persona es una virtud, otra puede percibirlo como un defecto. ¿Dónde está pues la línea? Siempre, en la actitud con que se hacen las cosas, la voluntad y la intención.
    Soy conocedora de algunas de mis características menos comprendidas o más discutidas (lo que vienen siendo los defectos, vamos), y aprovecho para pedirle a quien me lea y me conozca que me ayude a conocer aquellas otras que no tengo todavía claras porque no acabo de corregirlas 'a sus ojos'.
    No obstante diré que la personalidad también se haya en ellas, en las primeras y en las segundas, y tampoco me parece 'justo' dejar de ser una misma...

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  5. Todos somos iguales y diferentes al mismo tiempo. Las virtudes y los defectos siempre acaban sumando porque en la variedad está la riqueza SIEMPRE. Los defectos físicos están ahí, y al fin y al cabo, también nos hacen especiales. Lo esencial es tener capacidad de lucha y de superación, ya sea para superar una cojera ó para aprobar una oposición. Cosa distinta son las personas que con sus vicios y sus conductas negativas hacen daño a terceros voluntariamente.
    “Lo importante y la belleza están en el interior” es una frase que escuchamos durante nuestras vidas constantemente, y si se trata de convivencia, empatía y amor duradero, lo suscribo.

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  6. A menudo creo que tengo más defectos de los que, los míos, me reconocen y probablemente sea porque 'los de fuera quieran mermar la autoestima.
    Los defectos son una gran herramienta de aprendizaje si sabes canalizarlo, tomarlos cómo algo que puedes corregir y con lo que hacerte mÁS FUERTE

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