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Nuestra compleja moralidad


Comprendo que me meto en un charco y no llevo botas de agua. Sé que solo citar la palabra moralidad se abre el apetito de la curiosidad; salta el sensor amarillo. No puede haber, creo, expresión más determinante para enjuiciar actitudes y conductas humanas, respecto del individuo y de su especie.



La moralidad es una manifestación, un juicio de valor referido a una conducta. Es derivación de la palabra moral, que viene a resumir al conjunto de costumbres de una sociedad y, específicamente, en una época y lugar determinados. Es la opinión aceptada en ese ámbito respecto del bien o mal hacer de las personas.


Por tanto, pueden darse moralidades buenas y malas y hasta amoralidades. De tal forma que se puede hablar de un acto moral, inmoral o amoral. E incluso los mismos hechos o conductas en situaciones análogas, pueden considerarse antagónicos en función de la cultura, doctrina o entronque social y local de que se trate.


Si nos centramos en nuestro entorno antropológico, en la moralidad o su antónima la inmoralidad, prima el juicio social del comportamiento sexual de las personas. No en cuanto a los hechos delictivos (abuso, acoso, agresión) que todos rechazamos, sino a las conductas públicas de su práctica estimada indecorosa, o permisiva y hasta liberadora de supuestos prejuicios anteriores.


Cada cual debe aceptar las orientaciones y comportamientos de los demás en este tema, como con el resto de conductas sociales, únicamente lo que cabe esperar es que su exposición pública siempre debería estar protegida por el decoro y el respeto a la sensibilidad de todos. Debe huirse del escándalo y el improperio.


Pero la moralidad que anda maltrecha ahora y en boca de todos es muy distinta, afecta a toda la comunidad y trae consecuencias indignas para una colectividad cada día más dependiente de soluciones globales y, al mismo tiempo, más individualista.


Se trata de la falta o infravaloración del respeto por la ciudadanía. Bien provenga de los gobernantes, que incumplen promesas y desprecian prioridades generales para decantarse por sus intereses. 


Bien se propicie por grupos de presión políticos, mediáticos, empresariales, que embadurnan con engaños y falsas verdades la voluntad de los nuevos “súbditos” del mundo.


Y hasta modifican sibilina o subrepticiamente, compromisos adquiridos, engañando y vendiendo “su producto” torticeramente para anular la voluntad de la gente y tenerla constreñida con adulación y, en ocasiones, con práctica reglada de expolio patrimonial. O induciendo desde el poder al enfrentamiento social.


Porque ¿no es inmoral faltar a la verdad de la esperanza prometida? ¿No es inmoral maldecir al contrincante con sus mismos derechos? ¿No es inmoral acaso engañar desinformando y dar la vuelta así a la credibilidad prestada? ¿No es inmoral permitir que las masas disconformes impongan su protesta yendo contra las leyes y sus protectores? ¿No son inmorales la prevaricación y la corrupción políticas y de todo tipo?

Si nos hemos dado una forma de vida colectiva basada en la democracia y su defensa de la libertad personal como voluntades supremas ¿no nos merecemos ser bien tratados por quienes, desde un lado u otro del sistema, son dominantes de nuestra supervivencia? ¡Qué practiquen la moralidad plenamente, o sean relevados! 


Comentarios

  1. Distinguiría entre moral personal o individual y moral pública, debería ser lo mismo, pero no lo es.
    La moral personal es la hemos ido adquiriendo en el transcurso de nuestra vida, lo que hemos visto en casa, la formación religiosa recibida,nuestra experiencia de vida, conforman nuestra visión del mundo.
    La moral pública no debería estar muy alejada de la nuestra si hemos crecido en una misma sociedad, pero vemos que no es así, la moral pública la configura el gobernante en función de sus propios intereses, y no en función de los intereses de la sociedad. Llegado a este punto es cuando tomas la decisión de seguir con tus principios e intentar transitar por la vida siguiendo tus propias creencias.

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  2. Totalmente de acuerdo,aunque hay gente que hace cosas sin importarle si es moral o inmoral,lo cúal a mi no me gusta

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  3. Si prescindimos de considerar como moral los gestos cambiantes relativos a la moda o las costumbres que van sucediéndose a través de años y generaciones, nos encontramos con una moral más consistente, reflejo de nuestra vida espiritual, que llevamos grabada en nuestra conciencia. Esta moral está presente en todos nuestros actos y conocemos su presencia o ausencia en cada una de las ofertas que recibimos de nuestro entorno social, sea personal, familiar, laboral, social o político.
    Efectivamente, es penoso advertir la cantidad de hechos inmorales que percibimos entre la cantidad de información que recibimos diariamente.

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  4. Quizá deberíamos empezar por el principio. ¿Cómo vamos a empezar la casa por el tejado? Tal vez sea necesario explicar, enseñar o recordar qué es la moralidad a los chicos y chicas, en general a los peques y también a los jóvenes, pues quizá no lo sepan, lo ignoren, o no lo recuerden... porque tal vez nadie se ha preocupado (ni ocupado) de mantener presente la palabra ni su sentido ni aplicabilidad. Es posible, sólo es posible, que se haya obviado la existencia (o el valor e importancia) de la misma... durante un tiempo. Todo vuelve ¿porqué no puede hacerlo también esto?

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  5. La palabra moral abarca un comportamiento del ser humano que reúne unas normas y comportamientos morales que pueden ser buenas o malas.Así hay diversos tipos de moral:social ,individual,sexual etc..Creo que un individuo puede ser moral para unas cosas e inmoral al mismo tiempo para otras.

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  6. Me paro por un instante a reflexionar sobre el tema y llego a conclusiones muy poco esperanzadoras. Los valores, la moral, el respeto y un largo etcétera que nos acompañan durante toda nuestra trayectoria vital. Tenemos que ponernos en la piel del otro y llevar a cabo con nuestras acciones diarias lo que significa respetar al prójimo para que podamos convivir en sociedad. ¿Lo hacemos individualmente y en conjunto? Me temo que no y así nos va. Felicidades JOAQUIN por tu artículo y gracias por hacernos reflexionar sobre temas tan presentes en nuestras vidas.

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