Ir al contenido principal

La particular cultura del esfuerzo

A juicio de algunos hay personas que llegan al mundo guiados por una estrella que le agraciará la vida, mientras a otros nacidos les acompaña la penitencia del pecado original. Piensan que el juego de la fortuna y del infortunio han de estar presentes desde el principio de la vida.

Cada cual y según su circunstancia viene obligado, una vez alcanzada la razón y más aún ya sujeto de sus propios actos, a gestionar esa suerte natural que, por sí sola, no funciona.

Y aquí entra la razón de mi título. Hay quienes lo consideramos imprescindible. Otros entienden que no es tan influyente en el trayecto y los menos lo desprecian. Para el resto -la mayoría- ni lo estiman ni se lo plantean.

Lo paradójico del esfuerzo es ese valor fuerte que buena parte de la sociedad atribuye como mérito, que así es, de otros, de los demás y, en cambio, no lo practican para sí. En contra, los mismos, abominan de los afortunados.


Tengo una alta consideración por quién se esfuerza y me parece encomiable la influencia en sede familiar a esa cultura. Entiendo el esfuerzo como toda práctica, intelectual, física, de entrega y renuncia si cabe, para conseguir lo propuesto y aspirado noblemente.

Cierto es que el esfuerzo es un complemento y debe ser primado por la capacidad y la dedicación naturales del individuo. 

Su evaluación individual no puede compararse, ni con un semejante ni con una tarea, disposición o logro final; es la medida que rige la voluntad de conseguirlo. 

Hablar de esfuerzo deportivo, esfuerzo escolar, esfuerzo laboral, esfuerzo artístico y cualquiera que esté basado en el objetivo a lograr, es incidir en el ánimo del pretendiente y aceptarlo él como mejor provecho. Pero animador ajeno y actuante propio, han de medir razonablemente sus límites.

El lado sombrío del esfuerzo es su falta de reconocimiento o peor aún, su minusvalía. No tan solo por la negación del mérito o la injusticia de su desconsideración, sino por la dañina huella dejada en la autoestima del afectado.

El contrapunto negativo del esfuerzo es la suerte de recursos fáciles, de prebendas, canonjías políticas, subvenciones, ayudas de todo tipo y hasta rentas mínimas, que solo conducen a una vida "gratis" sin justificación rectamente contrastada.

Porque ¿no es más honroso estudiar con esfuerzo para conseguir una beca que "ganarla" aún suspendiendo? ¿No es más digno esforzarse por disponer de un trabajo, superando las dificultades del momento y sentirse útil que  subsistir con una prestación pública sin dar nada a cambio?

El tipo de sociedad económica que nos hemos dado ampara, como así debe ser, a todo conciudadano que tenga apuros primarios, básicos de subsistencia justificados que no puede atender directamente. 

Y en la medida de las posibilidades presupuestarias las corporaciones públicas complementan, transitoria o permanentemente, la atención de servicios públicos que ayuden a esas personas a llevar una vida digna. A cambio, estos beneficiados han de corresponder con lealtad ciudadana al esfuerzo solidario de quiénes contribuyeron.

Uno de los cambios más significativos que se está produciendo en las últimas décadas entre las inclinaciones de conducta productiva es la relativa al valor añadido del esfuerzo. Y me refiero como valor social colectivo.

Sin duda se sigue aplicando el esfuerzo, incluso de mayor calado que en épocas anteriores, al disponer de nuevos medios antes desconocidos que auxilian el emprendimiento.

Sin embargo, la actitud colectiva viene restando interés y ganas por esforzarse, al haber conseguido instalarse en una calidad de vida mejor y más fácilmente alcanzable. Y aparte de algunas arengas de líderes deportivos, comerciales o políticos, huecas y oportunistas, el esfuerzo ha decaído.

Tampoco las comodidades sobrevenidas ayudan para superar las nuevas dificultades surgidas para progresar. Es normal conformarse con lo consolidado y disfrutar de tiempo libre. 

El esfuerzo requiere sacrificios que ahora parece que no se está tan dispuesto a hacer. ¡Mejor gozar de la vida! Claro que, ese goce requiere conformismo y en ocasiones oigo decir que tal o cual promoción, premio conseguido o aumento salarial alcanzado, no son "justos" olvidando que quizá se tuvo la oportunidad y faltó acordarse del esfuerzo.












Comentarios

  1. Joaquín
    Nunca me ha gustado decir cómo Manrique que todo tiempo pasado fue mejor. Prefiero decir que fue diferente. Pero en lo tocante a este tema que ahora traes, si se nota la diferencia con solo observar cómo se ha implantado el facilismo y se evita en lo posible todo aquello que implique algún esfuerzo. Muy importante tu reflexión, que deberiamos hacernos todos, en especial los más jóvenes.

    ResponderEliminar
  2. El esfuerzo es (para mí) uno de los VALORES más importantes. Sin él no hay Recompensa. En el deporte, en el trabajo oen la vida (social, emocional, sentimental, personal) misma. No hablo de recompensa como éxito, sino de obtener algo (lo merecido o no, lo extra o lo de menos). Pero cuando alguien se esfuerza al máximo, no se le puede pedir más y debe reconocérsele todo.
    Un@ mism@ ha de saber que conseguir cualquier cosa debe costar algo para poder valorarlo. No hablo de despreciar lo que viene regalado; creo que hay que cogerlo y aceptarlo ¡sin duda! Pero sin perder de vista que, si no a ti, a otra persona le habrá costado 'algo', cuanto menos, un (pequeño o gran) esfuerzo.
    Con el esfuerzo van implícitos muchos otros valores. Sin ellos la vida no es completa, no la aprecias, no la valoras cómo merece ni le otorgas la importancia que tiene todo aquello que forma parte del.camino.
    Con esfuerzo todo cuesta más pero (al final) saber mejor.
    No te quedes a medias, pues. Esfuérzate por llegar al final, sea cuál sea éste.

    ResponderEliminar
  3. Actualmente, las nuevas generaciones denotan un cierto rechazo al esfuerzo. La sociedad promueve ciertas conductas que llevan a pensar que no hace falta esforzarse para conseguir una vida plena. Pero sin ir más lejos, y sin pensar en la profundidad del asunto, pensemos en “google”; el buscador que hace que no hagamos ningún tipo de esfuerzo en recordar una fecha, un nombre ó un simple ingrediente. Y a partir de ahí “suma y sigue”. Me siento muy orgullosa de pertenecer a una de esas generaciones en las que todo costaba muchísimo conseguirlo y se disfrutaba de los pequeños logros. Poco a poco pero siempre con paso firme.
    A nivel mundial,nacional, autonómico, etc...sólo basta observar, por ejemplo, a los que se autoproclaman líderes políticos y no son ejemplo del esfuerzo que se requeriría para que muchos aspectos de nuestra sociedad funcionasen de manera más favorable.

    ResponderEliminar
  4. Joaquin ramos jr.4 de abril de 2021, 20:32

    Esforzarse es imprescindible para todo en la vida,yo soy de los que piensan que uno es ki que quiera ser y conseguirá lo que se proponga mientras quiera,felicidades papá una semana más.

    ResponderEliminar
  5. El esfuerzo es la condición inherente a toda voluntad de mejora, promoción logro o progreso de una persona, tanto en su vida particular como en la laboral.
    Seguramente, su resultado vendrá condicionado por las propias circunstancias de cada individuo, como pueden ser el nivel social y económico de la familia, su educación, y hasta el país de nacimiento; pero también por la propia manera de entender su encaje dentro de la sociedad.
    Ahora bien, sin esfuerzo, hasta pierde sentido nuestro paso por la vida, sin que nos marquemos objetivos a conseguir.

    ResponderEliminar
  6. Esfuerzo el suyo Sr. Ramos, que va a artículo quincenal, contra viento y marea, sin importar
    si el Domingo es de Ramos o no; si hoy es domingo, toca Joaquinazo! Eso requiere constancia y esfuerzo sin duda, así que me reconforta que sus artículos fluyan por esta plataforma falta de 'likes y emoticonos', que a menudo reducen nuestras reflexiones a lo más simple al mismo ritmo que inflan la vanidad del redactor. Es un maldito botón win-win, efectividad 100%. Un sobrecito de 'yatecomo' ni siquiera ya comparable con rapidez de la olla exprés. Estamos mejorando para empeorar??!!
    Y así vamos...siempre corriendo y de mala leche, nos prodigamos por las redes apretando el botón de 'like' como nueva forma de recompensa, no vaya a ser que luego no me lo apreten a mi. Suerte que siempre nos quedarán los Joaquinazos quinceales!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. se puede decir más alto, pero no más claro

      Eliminar
    2. Muchas gracias Mireia. Simpático y cariñoso comentario. Me honra saber que mis reflexiones las elevas a una categoría particular (Joaquinazo) que no contaba merecer. Mi mayor satisfacción es conocer que se comparten y pueden hacer pensar algunas y aún mejor si resultan útiles a alguien.

      Eliminar
  7. Lo del Sr. Joaquin es Pasión por este blog, esfuerzo también, pero más disfrute personal. Animo y sigue así.
    En cuanto a lo del esfuerzo,propiamente dicho, toda la cultura del esfuerzo se vino abajo con la llegada de la democracia, nos hemos olvidado de los deberes y solo tenemos derechos. Si todo son derechos para que esforzarme. Hoy ha queda reducido al ámbito individual, y en silencio, no se vayan a enterar mis amigos que me esfuerzo en algo, que van a decir...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario

Entradas populares de este blog

Plumitas

Plumitas Ayer murió mi pájaro. Periquito azul de 5 años. Juguetón y con carácter. Tastador de menús caseros. Crítico ruidoso ante la tele y fervoroso amigo del móvil. Nos conocía a todos de casa y creo que nos entendía. Sin ser manso, accedía a nuestros mimos y encajaba bien mis regañinas.   Fue un regalo de mis nietos para asociarse a mi viejo afecto por esos pájaros. Deriva de mi infancia, cuando tuve una bonita Pitita verde, que emparejé con un bonito macho azul y criaron descendencia que repartí entre amigos. A Plumitas le gustaba casi más estar fuera de su jaula que en su interior. Se acostumbró pronto a salir, merodear por la cocina y entrar a su refugio -nunca encierro- por cualquiera de sus dos puertas. Su casa, donde, además de sentirse seguro, se convertía a menudo en un jolgorio juguetón, tanto dentro como en su terraza exterior. Y nos divertía a nosotros. Sí, tenía sus juguetillos colgantes, sus amiguetes pacíficos y muy parados. Y picoteaba con fruición a un par de per...

Conformidad / Conformismo

Dar conformidad y conformarse son dos actos normalmente positivos respecto de un resultado, sea por la compra de un producto, la prestación de un servicio, la suscripción de un contrato y también por la aceptación de una obligación o disposición legal. Sin embargo, subjetivamente, ambas manifestaciones difieren por sus connotaciones respecto del propósito al que se vinculan. Pues no es lo mismo considerar bien y a gusto el fin recibido -estar conforme- que aceptar su resultado con reservas -conformarse-. Una lectura ocasional me sugiere el tema elegido, al que aporto una anécdota de ficción: Dos vecinos de escalera se encuentran de regreso en el hall de su inmueble, se saludan de costumbre, y -Qué tal José, te noto el ceño algo arrugado, ¿está todo bien? -El caso es que vengo enfadado conmigo mismo, Pedro. - Eso tiene fácil arreglo; desahógate hombre, cuéntamelo. - He recogido el coche del taller, ya arreglado de las rozaduras que llevaba en una puerta y he notado que no había quedado ...

Por unas dosis de templanza

De vez en cuando, sobre todo cuando soy testigo de una escena o evento donde la compostura cívica está alterada, me viene a la memoria el recurso fácil de la cultura cristiana respecto de las virtudes.   Todas, cardinales , ya enunciadas por Platón y posteriormente adoptadas por el cristianismo y otras religiones, cuando de tratar sobre la moral se ocupan, y teologales , esa medicina espiritual para el alivio de la vida terrenal con sus contrariedades, merecen tenerse muy en consideración.   Y de esas otras siete más, las capitales, cuya práctica presupone corregir a sus homónimos “pecados”, que tanto envilecen las conductas desordenadas de los hombres.   De esas catorce maravillas disponibles para un ejercicio moral deseable -y hay algunas más- debiéramos todos, creyentes religiosos o respetables agnósticos, gente de bien o arrepentidos de actos impropios, sentirnos obligarnos a ejercitarlas.   Fue a principios de este verano, durante un encuentro de nuestro primer ...