En las últimas semanas hemos asistido a demostraciones de violencia callejera en importantes ciudades españolas a semejanza de similares actuaciones en otras urbes internacionales y se temen nuevos actos vandálicos semejantes en fechas venideras.
Normalmente tiendo a ser positivo en mis reflexiones y quisiera también esta vez concluir con expresiones de esa esperanza. Me intranquiliza estar convencido de que, de nuevo, los humanos volveremos -nos mantendremos- en esa iteración nuestra de sernos irremediablemente violentos de vez en cuando.
La violencia en el reino animal en general es una agresión mediante la fuerza. En los irracionales obedece a un instinto natural recurrente por la necesidad de alimentarse, reproducirse o imponerse a la manada. Hasta ahí, salvo episodios y circunstancias propias de escasas especies, la riña o castigo sufrido se entienden.
Entre nosotros, seres conscientes, la violencia no solo es fuerza física y, por ende, produce daño corporal, sino también psicológica, generando dolor moral. Lo es dominante, cuando se imponen conductas de sometimiento. Y asimismo humillante, cuando se abusa del poder, del mando, de la posición económica.
La violencia nos disgusta porque produce incomprensión. Quién la genera ha renunciando al entendimiento y la convierte en arma de rendición en su favor. La discusión entre grupos humanos, sin ánimo de arreglo, deviene en violencia, mayor o menor.
Cualquier resultado negativo de algo que nos afecta y duele, deviene en violencia. Sí, porque hasta una respuesta hablada puede convertirse en violencia verbal; voceo, insulto.
Una respuesta airada lleva a las manos. Una acción de ‘piquetes informativos’ sulfurados convierte una huelga en un despropósito laboral y un mitin político agresivo conduce a un enconamiento indeseable.
En la actualidad, el derecho de manifestación propio de nuestras democracias, así como su práctica ilegal en países totalitarios, se ha convertido en el foco principal de las violencias públicas. La población, generalmente pacífica, se ve arrollada por la actuación ‘guerrillera’ de los profesionales del vandalismo.
Hay muchas clases de violencia, tantas como adjetivos calificativos se nos ocurran para definir una situación conflictiva que produce enfrentamiento con fuerza, rebasados los límites del pacto.
Tenemos violencia criminal, política, social, policial, doméstica, económica, religiosa… Además de los tipos con que se muestre. En todos los casos, sus efectos nos envilecen.
Cuando estos días pasados hemos visto los daños causados por manifestantes pertrechados de todo tipo de objetos destructores reivindicando máximas imposibles, justificando conductas ilegales o amparando acontecimientos socialmente reprochables, al común de los ciudadanos nos entristece.
Ocurre, además, que se dan evidencias de la existencia de una dirección soterrada, local, nacional, mundial quizás, que promueve este tipo de actos en, se dice, búsqueda de cambios de modelo de vida y quizás en imponer miedo para su interés.
Y mal, muy mal, vamos si desde el poder establecido de todo orden, especialmente el político y económico, líderes y competidores se criminalizan entre ellos soliviantado al personal que dominan, como se viene dando ya ese proceder.
¡Qué pobres de espíritu! ¡Qué pobres de razón! Para no darnos cuenta -no quererlo- y reconducir nuestras prioridades, cimentando la educación en la necesidad de comprendernos y compartir esfuerzos de conocimiento y conducta consciente y sobrevivir humanamente, condenando con argumentos y persiguiendo la violencia y a sus autores.
¿Usted, querido lector, apostaría algo en poder conseguirlo?
La violencia es un cáncer que viene de tiempos pasados y que no hemos sabido curar con el paso del tiempo, lo triste es que se utilize como excusa para todo,hasta dónde vamos a llegar sino cesa la viiolencia, a mi toda la violencia es rechazo pero la violencia que más me preocupa es la violencia "silenciosa" en ámbitos familiares ,que me preocupa.
ResponderEliminarAbsolutamente de acuerdo con tu comentario. A ver si dejamos de alimentar, con justificaciones absurdas, esta fiera, que siempre está al acecho.
EliminarPues sí, esa es preocupante y dolorosa... y muy difícil de solucionar, pero no por ello hay que dejar de intentarlo.
EliminarUn tema que lamentablemente está demasiado presente en la actualidad. Que se minimiza y no se condena lo suficiente, con lo que, de alguna manera, se permite o autoriza. Es importante y necesario reflexionar sobre ello y solucionarlo antes de que esté descontrolado del todo.
ResponderEliminarLa violencia yo la definiría como la carencia de los valores éticos ,morales en el que entra básicamente la educación. Es triste pero hoy día no se propagan estos valores.Algo falla,y no ponen remedio a ello por eso cada día va a más y nos encontramos con hechos terriblemente violentos de todo tipo
ResponderEliminarEl mundo está atravesando una época de transición y existe un contraste de culturas que origina gran parte de las discrepancias de todo tipo, especialmente las de carácter político y religioso. Si a esto añadimos las diferencias en la calidad de vida de los diferentes estratos económicos, patentes en la distribución de la riqueza según su hemisferio, y la mayor información de que disponemos actualmente, tenemos la receta ideal para la creación del inconformismo y la radicalización de la parte más desafortunada de la humanidad.
ResponderEliminarLa violencia es consecuencia de este desequilibrio, que también es utilizada subrepticiamente para subvertir el orden establecido, o para afianzarlo, según el caso, facilitando el espacio político a fuerzas incontroladas.
En todo caso, la humanidad avanza pese a los continuos traspiés, debido a que cada día estamos mejor comunicados y nuestra interdependencia es mayor. Sólo es preciso comparar la evolución de la humanidad en el último periodo de cien años. Pese a quien pese, vamos hacia un mundo globalizado que ya, en la actualidad, se ha transformado en vasos comunicantes, borrando fronteras y razas. Asimilar este movimiento es el antídoto a la violencia.
La violencia ha sido ,es ,y será un medio para conseguir el poder. Generalmente los instigadores de la violencia son los listos del lugar, y la dejan en manos de los más tontos para que estos partan y se partan la cara. No tiene solución la violencia política, la violencia familiar si se puede mitigar con educación, pero el ser humano se pierde cuando no puede controlar sus deseos. Mal asunto este de la violencia.
ResponderEliminarLa violencia para mí se produce por la falta de valores, educación, comunicación, opiniones diversas y un sinfín de maneras de ver la vida, pero creo que con diálogo y buena voluntad, así como disposición de aceptar que mi interlocutor está opinando de forma distinta a la mía, puede y debe llegarse a un entendimiento y viendo las cosas distintas poder solucionar los problemas sin necesidad de recurrir a la violencia verbal o física, tal como sucede actualmente entre algunos grupos humanos.
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