Presumiendo que puedo meterme en un indeseado lío si pretendiese filosofar sobre principios de la razón tan importantes como consciencia y conciencia, yo me explico y usted, querido lector, haga su personal juicio respecto de su diferencia, de sentirla así, o de la apariencia entrambas; que no de su indiferencia.
Si no desea acudir en este momento a consultar el DRAE -que le aconsejo haga siquiera en otra ocasión- diré que no hay mejor lugar para comprender prontamente el alcance de estas palabras que en la obra magna de la docta Institución Académica.
No obstante, para mi modo de ver, basta con saber que llamamos consciencia a la facultad que nos permite saber quienes somos, o sea conocernos a nosotros mismos. Se trata sencillamente de sentirnos racionales, esa fundamental condición maravillosa, que nos diferencia de los demás seres.
Y tener conciencia no es otra cosa que gestionar la consciencia, aplicar el raciocinio a las decisiones que nos corresponde adoptar en el desarrollo de nuestra existencia humana.
La consciencia es una, natural e íntima de cada cual y tenemos por común y deseable lo sea plena y saludable. La consciencia no lo será así cuando las condiciones naturales que la conforman se hallen, por nacimiento, o deriven a posteriori en otras que dificulten su disposición plena.
La conciencia, puede ser calificada positiva o negativamente a nivel social y ha de suponer la valoración efectiva y moral de nuestros actos. Eso, ordinariamente, es hacer las cosas a conciencia o con conciencia.
Claro que si la conciencia de quien se estima consciente adopta decisiones negativas o contrarias al orden común de nuestra especie, la tendremos por negativa o por mala conciencia.
Pero mejor será poner un ejemplo que nos facilita, lamentablemente, la situación sanitaria general actual en el mundo como consecuencia de la pandemia de nuestros dolores fúnebres, físicos, morales y de todo tipo.
Porque resulta duro comprobar como el conjunto de los humanos, que damos por seguro que somos conscientes que el COVID-19 es perjudicial para nuestra salud, se torna incapaz del bien hacer colectivo, cuando la mala conciencia de algunos -ya demasiados- se comporta como enemigos de su defensa al no respetar las normas archisabidas de protección contra el contagio.
Esos algunos, no carentes de consciencia, se comportan como falsos inconscientes que, voluntaria o irreflexivamente se olvidan de la buena conciencia para con sus semejantes -incluso para con ellos mismos- vulnerando las limitaciones impuestas por la razón y el orden en la actual convivencia. Y se van de fiesta a cara descubierta (nunca mejor dicho).
No se si habré ayudado en algo con mi exposición a su principal propósito, que era unirme al intenso reclamo de cordura que nos envuelve a casi todos para reducir al máximo la deriva que, en estos días de cambio de año siempre felices, suponga no incrementar las ya malditas cifras de contagiados que se están produciendo de forma insolidaria y hasta descarada.
No ya las autoridades, que han fallado estrepitosamente y aunque haya que darles el beneficio de la inexperiencia, pero menos, porque su obligación de hacerlo mejor podría conseguirse abandonando las diferencias de siempre y delegando en verdaderos entendedores de soluciones.
Sino de toda la sociedad. Digo de todos a postas, porque todos somos responsables al consentir lo que la razón no consiente (la consciencia). ¿Será que somos una pandilla de inconscientes malavenidos conscientemente?.
Pues tenemos un nuevo problema, amigo lector. Una seria cuestión de convivencia racional que mucho conviene ponerle algún remedio que ya otras dificultades no tuvieron reacciones ad hoc y que esta especie de plaga, dudo que divina pero que sufrimos como humana, habrá de obligarnos a recuperar cordura.
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P.D. Se de buena tinta que esta semana los Reyes Magos han repartido muchas dosis de esperanza. Confío que en su próxima visita no nos traigan demasiado carbón.
El ser humano a veces carece debconciencia o simplemente la "olvida " según para que cosas, eso es para mi intolerable púes si algo nos diferencia a los animales( a vecesvno mucho) es el raciocinio, la conciencia, y otras virtudes que muchos humanos no sabemos " disfrutar" algunas veces.
ResponderEliminarGracias por aclarar perfectamente la diferencia entre con o sin conciencia.Por desgracia hay mucha gente que no lo entiende
ResponderEliminarQuerido redactor, aunque debo confesar que esta vez me ha costado ver la finalidad del artículo -lo afronté con el ceño fruncido al empezar- ,la curva se aplana después de la primera imagen. Siempre ayuda un dibujito, al menos en mi caso.
ResponderEliminarLa insensatez existe, y no va siempre ligada a la juventud. Podemos discutir de porcentajes pero estaremos de acuerdo que hay idiotas de todas las edades y en todas partes. Y lo peor es cuando tienen poder. Una 'rave' en Llinars en plena pandenia no es nada comparado con una mala decisición desde un gobierno. Eso es así. Y con eso no justifico a los cuatro tontos insubordinados de la nave, estoy diciendo que hay que poner el acento en los organizadores. Y muerto el perro muerta la rabia.
Las situaciones extremas quieren líderes con ideas claras que den instrucciones lógicas y equidistantes para todos los sectores. Y eso debe ser percibido por el contribuyente fácilmente. Porque los 'humanitos' -como decía una amiga- cuestionamos todas las decisiones, así somos, normalmente conscientes erróneamente -o no- de que el vecino no está tan mal como nosotros. Y tenemos poca paciencia y somos poco reflexivos y empáticos en general, y más cuando nos tocan el bolsillo. Es una percepción claro, es más fácil mirarse el ombligo que coger perspectiva, que es lo que deben hacer los de arriba.
Los 'humanitos' echamos de menos un gran director de orquesta que agite bien la batuta y ordene el cotarro pues se nos escapa la situación de las manos, y no se puede superar esto poniendo parches...
Conscientemente comparto el trasfondo del artículo. Gracias por escribirlo y compartirlo.
ResponderEliminarCon consciencia actúo según mi conciencia y lo que me han explicado en casa, para tratar de ser, si no beneficiosa sí no perjudicial para los demás.
Aportemos todos un poco de 'por favor'. Amén.
En las circunstancias tan especiales que nos envuelven motivadas por el virus, creo que la mayoría de ciudadanos somos conscientes del deber de obrar en conciencia, cumpliendo las normas que nos imponen las autoridades correspondientes.
ResponderEliminarAhora bien, sea por la duración de la pandemia o porqué ésta no se ha ensañado con ellos, existen personas que relajan el deber de actuar conforme les dicta su conciencia, mediante excusas que justifiquen su proceder.
En cuanto a los órganos estatales, creo que es elocuente la frase emitida por un alto cargo del gobierno, respecto a la afirmación de que España no es Alemania, y lo que esto supone en cuanto a la calidad de las medias que se adoptan para superar la crisis: el difícil equilibrio entre matar a la población de virus, o matarla de hambre por el cierre de toda actividad. Sería bueno encontrar la medida justa y exacta.
Inconscients era yo de pequeña y supongo que muchos de nosotros. En casa nos hicieron tomar conciencia de los peligros que podíamos encontrar en según que juegos o heroicidades intentabamos. Estoy recordando el día que junto a dos a.igas, se nos ocurrió ir a deslizarnos sobre las aguas heladas del lago de Puigcerdá. Avisadas nuestras familias, a pudieron rápidamente y nos hicieron ver el peligro que nuestro )"patinaje" podía suponer. No lo volvimos a repetir. Y así muchas cosas . La conciencia es otra cosa., pero una lleva a la otra. He querido dejar esta nota que os haga sonreír, en medio de lo que desafortunadamente estamos viviendo. Salud para todos!!!
ResponderEliminarPara mí, una no puede subsistir sin la otra o no debe. Quizás puedo parecer radical, pero creo que conscientemente no puedo actuar con conciencia dañando a otros y alegar no haber querido molestar a nadie. Creo que debemos reflexionar seriamente antes de actuar. Magnifico escrito .
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