Hará un año aproximadamente que acudí curioso al debate en una Mesa de Expertos convocada por la Universidad de Barcelona que reunía Representantes de Áreas y Disciplinas, públicas y privadas, relacionadas con la presentación en el Congreso de los Diputados de una “Proposición de Ley Orgánica de regulación de la Eutanasia”.
La convocatoria, tuvo éxito y hubo lleno rebosante del gran salón habilitado. Cada interviniente expuso su punto de vista a favor o no de tal legalización, apoyados en sus consideraciones políticas, sociales, filosóficas, jurídicas y críticas casuísticas. Deduje que iba a ser muy difícil conciliar, poner en común, los pros y contras debatidos y confieso que salí confuso por lo escuchado.
Creo fuera de toda duda que el derecho a la vida es una condición natural indiscutible de la propia existencia humana. Y si la muerte es una parte final de la vida, parece razonable que toda la protección que aquél recibe de los Ordenamientos Jurídicos que la defienden, se ocupen también de ésta.
Existe cuerpo legal estatal y autonómico abundante al efecto, pero necesitado de normalizar y actualizar los diferentes principios rectores, cada cual más relevante y a la par más correoso. También considero importante el hecho de que sus regulaciones, algunas no exentas de preclaro dogmatismo, no han sido suficientemente divulgadas ni contrastadas.
No es tarea fácil. Siquiera la reciente aprobación el mes pasado por el Parlamento español de la referida Ley reguladora de la Eutanasia, ahora mismo en trámite legislativo del Senado, cuenta con el deseado consenso -que no la mayoría parlamentaria, que sí obtuvo a favor- en un tema tan trascendente.
Y ya se anuncian Recursos ante el T. Constitucional para cuando sea puesta en vigor. O sea, otra vez nos tocará clamar por una regulación de los Derechos Fundamentales legislada sin alcanzar el necesario “pacto de Estado”. Una más.
Cito en mi título el término DIGNIDAD y lo hago a propósito de estimar así el merecimiento de respeto y atención que debe suponer para cualquier persona la existencia de su propia vida. Una vida digna es el bien más alto que el ser humano puede alcanzar (coloque Ud. los adjetivos calificativos morales que desee). E incluyo, naturalmente, una muerte digna.
Pongo también PALIATIVOS para catalogar un final digno de la existencia de quienes sufren sin remedio y son víctimas de una muerte anunciada, si bien “se agarran a la vida” y no debieran padecerla. Lo he visto de cerca en algunas personas y estoy convencido de que los llamados Cuidados Paliativos significan algo muy positivo en aras de esa justificada dignidad para el enfermo terminal.
No hace mucho vi una entrevista -está en YouTube- del periodista Jordi Évole al Dr. Marcos Gómez Sancho, más de 20 años al servicio de Paliativos. Sencillamente sublime.
Pero llegados aquí debo realizar una dura crítica por como se trata este problema -y su solución-, médica y social en España. Una información televisiva nacional de hace pocas semanas situaba a nuestro país en el antepenúltimo lugar (tercero o cuarto por la cola) de los 20 países de Europa occidental; ocupamos el lugar 16 y no cito los que nos siguen por más rubor.
Ello me ha llevado a interesarme por las causas y las tareas que se llevan a cabo al efecto de este desaguisado social y he sabido que en un estudio denominado EAPC Atlas of Palliative Care in Europe 2019, auspiciado por la International Association for Hospice & Palliative Care, con la colaboración de investigadores del Institute for Culture and Society (ics-Universidad de Navarra) en España habían registrado la existencia de 228.264 personas enfermas con previsión de morir que necesitaban de cuidados paliativos.
En el mismo informe, computando a nivel de toda Europa, el número de Centros especializados que atienden a este tipo de enfermos (desde -1x100.000 habitantes) nos otorga con un 0,6 el puesto 31 de 49 países; con 260 centros nada más. ¿No siente querido lector que somos una calamidad nacional? Otra más.
Algunos de nuestros representantes políticos, que se llenan la boca de soluciones sociales progresistas y propugnan y obtienen reformas singulares respecto de otros países (muy pocas naciones y de nuestra cultura occidental tienen reconocida la Eutanasia, p.e.), no tienen recato en mandar a la m…. a los viejos, o dicen esperar fallezcan para conseguir cambios de su interés sin sus votos. Mientras tanto, se endulzan económicamente programas de dudosa inclusión y se olvidan del mejor estar de las Residencias de Ancianos.
¿No tendríamos que ser, por contra, consecuentes y agradecidos? ¿No le parece que habría que impulsar decididamente toda una energía de mejoras a fin y efecto de situarnos cabalmente en el lugar correspondiente equitativo?
Le invito, amigo lector, a darse un “paseo” por las páginas de Internet que registran datos, noticias e información más que interesante sobre Cuidados Paliativos, entre ellas la web de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL) y a tomar conciencia de la conveniencia de exigir a nuestros gobernantes, incluyan o incrementen presupuestos, construcciones, contrataciones profesionales, conciertos empresariales, educandos, lo que sea, para que esos enfermos terminales que desean morir al final natural de su existencia, reciban también la prueba definitiva de la dignidad de su vida.
Buen escrito papá,tema caldente aunque to estoy contigo
ResponderEliminarPerfecto Joaquín, has dado otra vez en la diana. La dignidad de la persona, del ser humano, debe estar siempre por encima de cualquier consideración. No sería mejor, lanzó la pregunta retórica, dedicar nuestros esfuerzos a garantizar un final de nuestro trayecto vital acorde con las máximas garantías de calidad, antes que figurar a la cabeza de los paises que disponen de una ley de eutanasia, en lugar de vernos en el furgón de cola de los que cuentan con una infraestructura adecuada de paliativos.
ResponderEliminarAcertadísimo como siempre.Gracias
ResponderEliminarLa interpretación de la Dignidad es propia de cada persona,y debe respetarse en cuanto atañe a la propia persona, para ello disponemos de los testamentos vitales, si la voluntad de ese persona es la eutanasia, esta debe regularse y cumplirse. Si la voluntad de esta persona es acceder a cuidados paliativos que le permitan una acceder a mantener su vida, debe poder hacerlo. Efectivamente es un tema complejo.
ResponderEliminarTema delicado y que puede tener visiones muy dispares. No entraré en el fondo y si únicamente diré que hay muchos casos en los que se mantiene a personas conectadas a una máquina, a pesar de que ha sido demostrada su muerte cerebral, lo que no me parece lógico para ellas ni para sus familias. Y en cuanto a los cuidados paliativos... tuve una muy mala experiencia con mi madre, a la que se alargó su agonia, sin ningún beneficio para ella, puesto que ya no estaba entre nosotros, ni para mí y los que estuvimos a su lado hasta " el final". Podria haberse acortado? Creo que sí.
ResponderEliminarBien regulada por Ley, podemos optar a una muerte digna y aliviarnos a todos.
Creo que se trata de un tema complejo, porqué además de la dignidad debida a las personas, interviene también el perfil ideológico, la religión, la ética tanto del paciente como de los médicos que le atienden y la libertad de cada cual para disponer de su vida cuando llega el momento de elegir entre un sostenimiento inútil de su agonía, o de entrar en una fase en la que se pierde totalmente la consciencia, convirtiéndose en un ser inanimado.
ResponderEliminarAbogo plenamente para que nuestro sistema sanitario sea garante de una solución que cubra las deficiencias que impiden atender correctamente las cada vez mayores necesidades de nuestro sector envejecido dentro de la pirámide de edades, equipando residencias y aumentando los servicios de atención paliativa para los que lo precisan; pero siempre subsistirá la persona que en un momento determinado de su vida, por dignidad y ante el sufrimiento físico que le supone seguir viviendo, opte poner fin a su vida de la manera más noble, una vez estimadas todas las alternativas.
Una sonrisa. Un abrazo. Un beso. Una caricia. Un 'escuchar'. Un 'hablar'. Un 'estar'. Son paliativos también que pueden (deberían siempre de) acompañar en el proceso del fin de la vida. Yo, cuando llegue el momento (y si soy consciente de ello o me da tiempo a serlo -a veces vienen muertes repentinas que no nos dan opción-), quier morir dignamente y a poder ser, con paliativos: de los que reduzcan mi dolor físico (médico) y también mi dolor 'emocional' (los que he enumerado anteriormente). Aquellos que rebajen el sufrimiento de los que estén conmigo y relajen mi rictus al irme definitivamente de la vida.
ResponderEliminarLos paliativos deberían ser contemplados desde lo más objetivo del pensamiento hasta lo más subjetivo de la opinión.
Yo, si puede ser, quiero irme sin hacer demasiado ruído... paliando el efecto sonoro que existe hoy en día al respecto de casi todo... algo de silencio no va mal... aunque sea al final de una vida, probablemente, inicio de otra.
A día de hoy entiendo que la muerte es parte de la vida. Los que tenemos la gran fortuna de vivir y caminar por la vida formando parte de familias estructuradas, por lo general, la tendencia es que de una forma ó de otra nuestro fin sea digno, arropado y tranquilo. Sólo intento ponerme en la piel del que no tenga la estructura familiar y social que le ayude a que el final de sus días sea digno.
ResponderEliminarJoaquín, estoy de acuerdo con todo lo que dices. Nacemos para morir, pero yo deseo me toque lo más tarde posible y con una sonrisa en los labios por la satisfacción de haber vivido. Cuando llegue ese momento confío que nuestra Sanidad tendrá bien resuelto, como ya lo está actualmente en materia de Trasplantes, y Alta Cirugia, la administración de Cuidados Paliativos y la brecha con la Eutanasia sea más estrecha y ayude a decidirse mejor a quienes duden en la opción. En cualquier caso, yo tengo dicho a mi familia que al producirse mi muerte se aseguren bien y me pinchen con una aguja.
ResponderEliminarMarycarmen.
Excelente artículo Joaquín. Necesitamos más honestidad en los políticos, para que den libertad a las personas y tener una muerte digna. También para que la sociedad tenga un número de centros paliativos más acorde con nuestra realidad. Igual si nuestros políticos, no tuviesen ésas piensones tan "gratuitas" y estos privilegios automáticos, se pondrían más en situación.
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