Queridos lectores: atiendo esta vez una estimada petición que me supone mucha satisfacción, al tratar un proceder humano determinante.
En pro o en contra, la paciencia juega un papel decisivo en una mayoría de nuestras decisiones. Tener consciencia de administrar este concepto que complementa la oportunidad de la acción emprendida, es fundamental para el éxito perseguido.
El paciente (el que sufre) cuya salud somete al análisis, prescripción y cuidado médicos, puede ser también un enfermo impaciente. Porque llamarse paciente no supone necesariamente sentirse tranquilo de ánimo y esperar ser atendido a su hora e interés; en muchas ocasiones esa esperanza suele mutarse por inquietud y mal humor, porque se quiebra su paciencia.
El deseo de conseguir algo pronto o la necesidad de obtener un resultado inaplazable, puede producir una precipitación de qué arrepentirse. La diferencia, o el “pasillo”, entre actuar paciente o impacientemente, radica en la reflexión y ésta en la ponderación de lo adecuado/inadecuado del acto a llevar a cabo. “La espera prudente -paciente- sazona los aciertos y madura los secretos pensamientos” (Baltasar Gracián)
La impaciencia puede volverse en tormento. Es intranquilidad, es desesperación y hasta puede devenir en ansiedad e irritación; nada de esto es saludable por muy deseable que quiera ser lograr lo perseguido. La paciencia de pararse a pensar y resolver las dudas serenamente, sin necesidad de apurar extremos imposibles, que no imprescindibles, y de decidir razonadamente aquello que mejor nos conviene, dará resultado.
La cultura cristiana ha recalado en la paciencia a modo de virtud y condición de bonhomía. Es repetido el recurso al término y aplicación a hechos y postulados recogidos en la Biblia para con sus más relevantes personajes. ¿Quién no recuerda “la paciencia del Santo Job”, que tantas veces recuperamos para agradecer su beneficio a quien nos la brindó?.
Generacionalmente está probado que la paciencia reside sobre todo entre los mayores. Mucho tiene que ver, evidentemente, la experiencia de la vida con sus altibajos de suerte y medida habidos. Queda, no obstante, para unos cuantos de condición natural inquietos, mantener esa simpática impaciencia donde no acertar por el falso impulso queda solamente en una anécdota para comentar.
Para los jóvenes, con impaciencia positiva también por naturaleza, las ganas de alcanzar metas que los mayores disfrutan -o así creen- les precipita en juicios y acciones que el pasar del tiempo les parecerán “infantiles”. Tienen un riesgo medido, aunque evitable con la ayuda de sus tutores (padres y educadores) que bien deben unos y otros practicar.
Las nuevas generaciones, con algunas excepciones naturalmente, y su proceder, han acuñado un decir social para su referencia: generación “ahora” (now)”; incluso más, “ahora mismo” (right now). Las cosas, la moda, las ideas, todo es de uso inmediato, de gozo rápido, de conocer enseguida, de vivirlo “ya”. Ya no cabe “demora” (delay) Y su práctica es mayormente perecedera, con poco resquicio de futuro.
Por citar un tema de universal actualidad, la paciencia -y la impaciencia- está alcanzando cotas elevadas de manifestación ante la vital presencia y complicación del COVID-19. Ambas suertes, eficacia y debilidad, pueden resultar inconvenientes si falta la virtud y se contrapone la impaciencia. Y están presentes en prácticamente todos los escenarios de convivencia.
Quiero dejar aquí una frase que me ha llegado de un eminente y emérito neurólogo español residente en los EUA, D. Joaquín Fuster, quien refrenda así la paciencia: “Sin paciencia no hay ciencia”.(*)
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P.D. Está próxima la Navidad y para tan importante celebración de nuestro calendario, deseo a mis Lectores, Opinantes y Seguidores,
Pero qué difícil es a veces ser paciente!! 1😅
ResponderEliminar👌👌
ResponderEliminar“La paciencia es la madre de la ciencia”. En mi caso, he ido cultivándola con el paso de los años, aunque aún queda un camino largo por recorrer.
ResponderEliminarMe parece una virtud muy admirable y estoy convencida de que las personas con “paciencia” son las que hay que tener cerca.
Una reflexión muy oportuna en los tiempos que vivimos Joaquín.
Arminda
"La paciencia todo lo alcanza" como dijo Santa Teresa. Un beso!
ResponderEliminarCon frecuencia, peco de impaciente, y me reprocho tal actitud, que queda compensada, con la paciencia que derrocho en estos momentos de mi vida, al cuidado de mis padres con 94 y 92 . Hay condicionantes que tornan mi impaciencia en paciencia. Saludos
ResponderEliminarAunque depende del carácter de cada cual, la paciencia es una cualidad personal que practicamos especialmente cuando la utilizamos para darnos a entender o hacer comprender hechos o razones a terceras personas. Pocas veces nos hemos arrepentido de tenerla, pero muchas más de no haberla tenido.
ResponderEliminarAbrazos.
Pues es algo que tendria que aplicar más, reconozco no tener paciencia según para que cosas y me gustaria tenerla, por eso recomiendo lean este articulo muy interesante y acertado.
ResponderEliminarRecibo el testigo agradecida por tus reflexiones acerca del tema propuesto. Permíteme difenciar entre dos términos que me acabo de inventar; paciencia activa y paciencia reactiva. La primera, de la que hablas, siempre buena pues eres tu mismo quien marca el ritmo y determina el final. La reactiva, impuesta por un situación crítica, de la que te quiero hablar. Te dejo un par de apuntes que creo importantes, seguramente producto de los 45 años que estoy a punto de cumplir y de alguna que otra situación vivida. Uno. Es importante no confundir 'ser paciente' que se entiende como algo siempre positivo, con 'ser sometido al abuso de poder de otro'. ¿Dónde acaba la paciencia y empieza el 'bajarse los pantalones'?. El 'límite' de la paciencia de uno debería estar al inicio del cualquier amago de abuso del otro.
ResponderEliminarY lo digo yo, que soy de base 'muy paciente' en pro de evitar terrenos conflictivos en los que no me desenvuelvo con suficiente habilidad, y suelo 'tragar' autoconvenciéndome de que estoy teniendo paciencia en situaciones de trabajo.
Dos. ¿Quién nos enseña hasta dónde esperar? ¿Si el vaso de cada uno se colma antes o después, quién nos garantiza que ése sea el punto bueno hasta donde hay que ser pacientes? Propongo aquí y ahora que alguien invente un 'pacienzómetro' que unifique criterios, con código visual a modo de semáforo que impida pasar mas allá del ámbar y que nos facilite la vida marcando el 'límite'. En pleno siglo XXI y en un mundo interconectado donde las startups están a la orden del día me parece que no pido la luna....aunque entraríamos en otro debate suficientememte profundo que da para otro de tus artículos : limitar para vivir en paz.
Muchas gracias a ti, Mire. Tu comentario rezuma profundidad de espíritu reflexivo en la búsqueda de respuestas ante actos que la voluntad del otro se contrapone a tu idea de compartir sensaciones deseables.
EliminarPara mi, la paciencia no puede tener otro límite que sentirte retribuido por la satisfacción de apreciar su utilidad, humana o material. Pues si la reacción del sujeto u objeto de tu hacer algo con paciencia provoca impertinencia, al percatarse se extinguirá sola. Entiendo que no debe existir una paciencia reactiva, sencillamente se te acabó la paciencia. Y procede hacer la acción -requerirla- o abandonarla, según tu necesidad. Tener o no paciencia -lo digo al principio de mi artículo- consiste en "administrar" esa virtud. Ser paciente es un deber moral, no una obligación.
Pienso que nadie puede enseñarte a tener un límite, ni tampoco creo que la penitencia pueda tener un precio, ni por supuesto un coste. Sólo tú puedes gestionarla y limitarla. Vivir en paz a cambio de poner límites a las acciones que determinan esa misma satisfacción, me parece incompatible.
Te deseo conserves siempre ese estupendo deseo de sentirte comprendida contando con la comprensión esperable de los demás.
¡Gran virtud la paciencia! Y tan difícil de cultivar, a veces, llevados por nuestros impulsos, deseos, emociones, nuestro ritmo frenético...
ResponderEliminarComo bien dices, papá, con el pasar de los años todos aprendemos a gestionar mejor los tiempos y a ser más pacientes. Porque la paciencia se puede entrenar, como tantas otras habilidades. ¡Feliz semana!
Gracias Joaquín por recordarme que debo aprender a padecer (ser paciente) en todos los actos de mi vida. Hace ya años que intento practicar esta virtud conscientemente, pero no siempre lo logro. No es fácil en un mundo tan apurado.
ResponderEliminarBuen tema, que nos toca a todos. Yo me reconozco persona impaciente y algunas veces me he dado cuenta que me había hecho falta una reflexión a tiempo, antes de lanzarme a responder, tomar una decisión, etc. Aunque esta impaciencia me ha hecho avanzar en muchas áreas. Cuando empecé a saber ejercer la paciencia fue, sobre todo, cuando nacieron mis hijos, que considero me moldearon en este aspecto, o sea, que al final fue en beneficio propio, porque en infinidad de circunstancias, tuve que dejar de lado esa impaciencia que iba conmigo desde siempre y "donesticarla". Ahora bien, hay personas tan sumamente impacientes, que nos ponen de los nervios. Saber esperar es una gran virtud! Yo lo he ido aprendiendo con los años y es bueno practicarlo.
ResponderEliminarOs deseo a todos los participantes unas Fiestas con Salud!!! Quien duda de que Es lo mejor que podemos tener!!!
Paciencia, según la RAE, tiene todas esas acepciones que comentas en tu artículo, papá, y alguna que otra más. Entre ellas está característica que (para algunos) me va al pelo: "Lentitud para hacer algo". En fin, qué le vamos a hacer... creo que sé de quién puedo haberlo heredado...
ResponderEliminarA parte de ser lenta, creo que soy paciente, en otros aspectos. Y eso me ha servido para encontrar al fin algo anhelado aunque también para darme cuenta de que, a veces, es necesario ser impaciente.
Impaciencia, también para la RAE, significa "intranquilidad producida por algoque molesta o que no acaba de llegar".
Creo sinceramente (y como dice mi hermana Sonia) que la paciencia de puede entrenar, pero también pienso que no es sólo una cuestión de actitud sino de aptitud íntimamente ligada a la personalidad de cada cual. La neurología, los nervios, son parte causante de una u otra 'actitud' y eso es algo natural. Y como natural que es, hay que aceptarlo. Ser paciente con los impacientes e impaciente con los pacientes a fin de aportar algo 'constructivo' a sus vidas. Porque todos debemos aprender de todos.
Gracias por la paciencia o impaciencia que hayáis tenido para (acabar de) leer esta opinión.
Gracias muchas a ti por la paciencia de ocuparte en responder y aportar otra interesante visión de mi artículo sobre el tema. Quiero añadirte que en absoluto debes considerarte lenta, tú eres “reflexiva” y esa condición requiere un tiempo extra en la toma de decisiones y, a cambio, produce seguridad y exactitud en el resultado, por lo que, sencillamente, es una actitud magnífica ¿o no? Para lentos, otros “dormilones”……
EliminarAunque pueda parecer que la paciencia el la madre de todas las ciencias, doctor Fuster dixit, también eso ha cambiado hoy , tomándote pacientemente la decisión de comprarte un vestido en Zara, te quedas sin el.
ResponderEliminarLa forma de reflexión en los humanos es consustancial a cada persona, y como humanos pasado de todo. Te tomas pacientemente la decisión de conceder un crédito y cuando decides el cliente lo ha firmado ya con otra entidad. Somos humanos y afortunadamente somos diferentes.
ResponderEliminarPaciencia e Impaciencia . Pienso que en ocasiones puedo parecer impaciente al reaccionar rápidamente en determinados casos, pero creo que soy paciente y tener las cosas claras desde el primer momento. A veces actuar te hace parecer que carezcas de ello, pero he podido comprobar y confirmar que la paciencia se demuestra en muchos momentos de la vida. Por ejemplo en mi caso, habiendo practicado durante 10 años (hasta la Pandemia) la colaboración en una Residencia de Ancianos, donde puedo confirmar que con PACIENCIA se logra que muchos de ellos sean felices y no piensen en que están solos. Creo es una reflexión acorde con lo que se trasmite en este artículo y para mí toda la Paciencia para el ser humano es poca.
Mary Carmen.