Suele considerarse habitualmente como recompensa el producto material, efectivo o simbólico, con el que se premia o compensa el reconocimiento de actos y méritos destacados o extraordinarios llevados a cabo o acreditados en el tiempo por una persona.
Cierto es también que en ciertas ocasiones se atribuye a tal concepto el precio de un servicio bien atendido; la ayuda de un menor en realizar un encargo; el regalo por alcanzar una meta, entre otras colaboraciones. En tal caso, habría que decir más bien: dar una propina.
A menudo, se anuncia la concesión de una recompensa para quien dé pistas o reconozca e informe sobre el encuentro de una persona desaparecida. O se ofrece para quien halle la apreciada mascota perdida.
La palabra recompensa ha sido clave como reclamo para resolver actividades delictivas. Cabe recordar las de búsqueda y captura de delincuentes (Wanted) en el cinematográfico “far west”. Así mismo, se ha empleado como premio a la localización de espías, trásfugas, criminales de guerra y creadores de artilugios o sistemas que ponen en peligro la convivencia mundial.
También en terminología jurídica, a la hora de compensar determinadas circunstancias sobrevenidas en la vida familiar, respecto del disfrute equitativo de los bienes de la sociedad conyugal.
Y no digamos entre colectivos del estamento militar de todas las naciones, en los que ascensos, promociones y los llamados méritos de guerra, derivan en la concesión de honores y medallas, éstas “pensionadas” y que se otorgan en calidad de recompensas al extraordinario deber cumplido.
Si bien, ahora quiero centrarme en una reflexión más concreta y tomar en cuenta aquí el prefijo “re” en su significado de intensificación, énfasis, o contundencia. Es decir, como refuerzo del concepto y la acción de compensar.
Porque compensar -y no recompensar- es retribuir, pagar a cambio de una prestación de un servicio o de un trabajo fuera de orden. Lo es también dar un objeto preciado o dinero en agradecimiento por hacer un favor personal especial haya supuesto, o no, un gasto de tiempo o coste suplido.
También solo significa compensar el atribuir un valor al derecho a ser indemnizado como víctima de algún siniestro. O sea, en suma, ser compensado como resultado material por un motivo singular.
En cambio, yo entiendo recompensar como el reconocerle a alguien, de manera prevista reglamentariamente, o no, incluso inesperada para el destinatario -otra cosa es serle ilusionada- el mérito de haber conseguido un alto valor social (científico, cultural, empresarial, deportivo, artístico, político, humano en el auxilio, etc.) derivado de un hecho o conjunto de hechos considerados memorables a título personal o colectivo.
Por supuesto, procede una recompensa si el actor ha encontrado inesperadamente documentos, dinero u objetos de mucho valor y lo ha devuelto voluntariamente a su dueño. No solo porque así lo sostiene la ley, sino porque su gesto de bonhomía lo justifica merecidamente.
La recompensa requiere dos intervinientes: quién otorga el reconocimiento y a quién se le reconoce el mérito. Pero también debe existir previamente un requisito en la elección de la persona a premiar, tanto del rigor en valorar la gesta como en la prudente expectativa del receptor. O lo que es lo mismo, al jurado otorgante solo debe moverle el hacer justicia moral y al elegido no haber pretendido optar al galardón de forma excluyente.
Otras condiciones que entiendo deben darse siempre para determinar el logro de un premio, sea en forma de homenaje social, premio económico, placa o escultura pública u otros actos de reconocimiento popular, debieran ser el de procurar que la aceptación del grupo social al que corresponda, sépase mayoritariamente favorable y que el elegido pueda disfrutarlo felizmente.
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Y, por último, quiero referirme a la recompensa que cada uno de nosotros, sencillos mortales sin opciones (en general) a tales reconocimientos populares, podemos sentir -así citaba al principio de esta reflexión- en nuestro deseo de alcanzar tamaña satisfacción en alguna de las actividades que practicamos en la vida personal.
Pues al final de una vida de trabajo, del que honestamente estemos orgullosos; o porque hemos dedicado mucho esfuerzo, dedicación e interés en una labor filantrópica anónima; o por haber invertido tiempo facilitando ayuda familiar más allá de lo normalmente admitido, y hayamos dejando de disfrutar de entretenimiento particular u obviado una vocación individual.
Entonces, por algo de aquello, podríamos darnos nuestro homenaje. Nos ponemos frente al espejo, nos lo preguntamos mirándonos a los ojos y, tras necesario examen de conciencia, decidimos optar a una recompensa.
Siguiendo en esa postura y escenario, debemos decidir también qué deseamos hacer para sentirnos recompensados, lo elegimos y presupuestamos y lo anunciamos a la familia.
¿No cree respetado lector que puede merecerlo y que sería justo recibirla? ¡Pues anímese, haga la prueba de La Recompensa, pero deje atrás su natural vanidad o potencial engreimiento, valórese honradamente y dese un gustazo!
Querido escribiente o escribidor. Siéntete pues recompensado. Recompensado por haber logrado tu objetivo (una idea ilusionante que te propusiste y has alcanzado): escribir tu propio blog.
ResponderEliminarEn esta historia también hay dos partes: quién otorga (yo en este caso concreto pero probablemente todos tus lectores por el mero hecho de leerte), y tú, quién recibe el reconocimiento. Así qué ¡¡¡disfrútalo!!! Y gracias por compartir tu recompensa con nosotros.
La recompensa tendria que ser por el placer de querer ayudar, ser solidario, porque creo que si una persona da, estoy seguro.que tarde o temprano recibirá, felicidades de nuevo.
Eliminar👏👏👏👏👏
ResponderEliminarDe todas las clases de recompensa que comentas en tu escrito, creo que la más estimulante es la más sencilla; aquel bienestar de espiritu que experimentas como resultado de una acción realizada a favor de alguien o algo, sea persona o ideario, a expensas de poner en peligro tu seguridad social, laboral, o económica.
EliminarEstoy seguro que, por tu carácter, conoces bien este sentimiento.
Que bonita y gran definición para aquella persona que pone todo su empeño, esfuerzo y voluntad sin medir el t tiempo que dedique a lograr aquello que le haga ilusión en la vida, estudio y trabajo. Disfrutar ayudando a los demás, amor y cariño a los suyos y otros, siempre queriendo superar todas las zancadillas que la vida tedepare. Si esos puede llegar a conseguir, considero que es la mayor RECOMPENSA.
ResponderEliminarLa mía es HABERTE CONOCIDO.