Dedico mi reflexión de hoy al asunto que preocupa este verano a la mayoría de ciudadanos y es motivo de permanente coloquio en nuestras relaciones. Pretendo pedir la propia defensa del bienestar de mis semejantes; que la gente bienintencionada, que son la mayoría de personas de mi alrededor, se cuiden de evitar que los riesgos sanitarios de este momento no deben ir con ellos.
Son muchas las instituciones y medios de comunicación que están criticando, severamente incluso, la actitud irresponsable de muchas personas frente a las medidas recomendadas y hasta obligadas para la protección de contagio. Son tantas y constantes las referencias que se han convertido en mofa y desaire de redes que aún endurecen más la pública idea sobre la inutilidad manifiesta de tales medidas.
No pretendo que prescindan, pero déjense estar de tanta crítica, tanto enfado, respecto a noticias, comentarios, whatsapp's, que recibimos a diario de lo mal que se ha hecho en tal lugar; lo peor que se porta determinado estrato social; el indebido ocio “a go go”; y de la falta de consideración al problema por parte de las autoridades políticas.
Voy a pasarme al otro lado, al de quienes la prevención, el cuidado y la protección personal bien valen la pena y pido, lanzo un mensaje para la práctica de la prudencia.
Precioso término este de la prudencia, no solo como virtud cardinal sino como concepto, como valor, como actitud ante los peligros y acciones potenciales de riesgo en la vida. Un día volveré para referirme más a fondo sobre la Prudencia, materia preferida de mi referente de cabecera, mi paisano Baltasar Gracián, de quien el total de las 300 reflexiones contenidas en su obra “El arte de la prudencia”, recogidas hace entre 3 y 4 siglos, me convencieron desde muy joven y las tengo como relevantes para mi propio comportamiento, creyendo son tan valiosos ahora como entonces.
Mi mensaje de respeto de hoy es: nuestra defensa está en cumplir con las recomendaciones de protección personal. Nuestra reacción frente a esa especie de rebeldía social, a esa respuesta atrevida, chulesca incluso, diciendo ellos: a mi no me afecta, no me preocupa, ni me va a condicionar mi vida, o yo no tengo porqué protegerme de algo de lo que no tengo. Ese pensamiento sobre “mi verdad” me hace poderoso para incumplir lo que nadie puede exigirme porque tampoco me planteo estar perjudicando al resto de mis semejantes.
¿Cómo que no? Esa actitud es impertinente. Es más, si tenemos un respeto al orden social establecido, resulta irreverente con los demás en tanto en cuanto, no solo puedes estar infectado y ser objeto de curación, de internamiento hospitalario incluso, sino de provocarlo a los demás.
Pero parece ser que es muy difícil conseguir cambiar ese proceder. Así pues, recurramos a la prudencia practicando actitudes mediante las cuales nos protegemos respecto del riesgo al que debemos poner caución para evitar sus consecuencias.
En este caso, tenemos que asumir de manera disciplinada las recomendaciones que tratarán de evitar nos llegue el daño. Si hemos de estar confinados para evitar el riesgo seguro o muy probable de contagio, porque vemos que se repite y no se reduce el peligro exterior y así quedamos mejor protegidos, nos quedamos en casa. Y sobre todo practicamos un deber de solidaridad con el resto de la sociedad.
No siga criticando, protestando y tomándose a mal lo que otros no hacen bien. Evite Ud. las consecuencias de esa conducta antisocial, irresponsable, cuídese y ayude a los suyos, sea prudente, protéjase. Si sale de casa, mascarilla; si se junta, distancia y si toca elementos contaminantes, se limpia.
Sea prudente igual que cuando conduce un vehículo y trata de evitar en lo posible que otros nos provoquen un accidente. O cuando evitamos arriesgarnos al no practicar un deporte atrevido o probar un divertimiento audaz. Incluso cuando hacemos uso del fuego. O sea, cúbrase de mucha Prudencia.
Solo la auto protección personal, cumpliendo todas las medidas que ha resultado eficaces en esta pandemia, es lo mejor para uno y para los demás, no queda otra cosa por el momento, del ruido exterior, mejor aislarse si no quieres volverte loco.
ResponderEliminarBuenas tardes, una nueva reflexión para aprender, no te acostaras sin aprender algo nuevo. Felicidades
ResponderEliminarGracias por tu artículo
ResponderEliminarsobre la PRUDENCIA.
Precisamente a mi me
faltó en su momento
por el ansia de ir a ver
rn sitio cerrado (bares)
el ⚽ fútbol.
La llamada de atención
fue rápida y SUERTE que
no ha sido intensa.
Cogí el COVID-19,por
contacto.
Lo mejor que cuando
noté el primer síntoma
ma fui. URGENCIAS y me
hicieron el PCR.
Estuve 20 días confinado
en una habitación.
Pero lo malo que se lo
transmiti a mi Sra.
Pasé los 10 primeros días
con síntomas múltiples y
muy molestos.
Idem. mi Sra.
Por el afán de ver ó satis-
facer un capricho el daño
Que he hecho tanto perso-
nal como al ser que tengo
a mi lado y que QUIERO.
SI,que en edte caso como
en otros tantos de la vida
ka PRUDENCIA debe imperar.
Gracias por tu artículo.
Ha sido un sabio consejo.
Queda demostrada la capacidad de contagio de este virus, por lo cual, sólo nos queda cumplir con las recomendaciones básicas: mascarilla, distancia e higiene en las manos.
ResponderEliminarOtra particularidad es el grado de inconsciencia que poseen algunas personas, que frente al bien común, anteponen su visión irracional del problema, con la única finalidad de gozar de la justificación a su manera de actuar. Con sólo cumplir con una mínima ración de civismo, aportarían la suficiente prudencia como para contener la pandemia, en una medida razonable, hasta poder disponer de la anhelada vacuna.
Es q nos cuesta mucho hacer lo q nos mandan aunque sea en nuestro beneficio porque a nosotros no nos puede pasar
ResponderEliminarHace calor. Sí. Mucho. Y con mascarilla, más. Pero, si no la llevamos, tal vez no volvamos a sentir calor... ni frío. O peor aún: quizá provoquemos que otros no puedan volver a tener calor o frío. Es compatible disfrutar y ser prudente al hacerlo. Sí. Sudaremos un poco más, pero seguiremos disponiendo de salud para volver a pasarlo bien.
ResponderEliminarUn pequeño gesto puede significarlo todo: la vida.
La prudencia siempre es importante (no solo en este caso, sino en general). No se trata de ser un timorato, es cuestión de tener una actitud de respeto ante la vida, la propia y la ajena. Ser prudente no significa ser arcaico ni temeroso; más bien implica generosidad y solidaridad, sobre todo en aspectos que afectan a la salud. Yo prefiero que me tilden de lo que no es y con mis actos ayudar a los demás y a mí misma a seguir bien.
ResponderEliminarEstamos abiertos al mundo pero algo aislados de nuestro mundo cercano,pandemia,dejadez,todo cuenta.Hay q saber darle a cada cosa su tiempo
ResponderEliminar