¿Se podría? Seguramente sí, aunque a un muy largo plazo, el de algunas generaciones. No obstante, la prueba de estos tres últimos meses de suspensión absoluta presencial, en estadios o ante pantallas, de la práctica y espectáculo vivos, que no la recurrida al producto enlatado, parece que se ha podido superar sin grandes suplicios emocionales, con santa conformidad y comedida comprensión. Y ya se asoma de nuevo.
Valga decir que tomo el Fútbol profesional como referente de fenómeno social destacado de esta era. Lejos de mí desconsiderar la relevancia, interés cultural, entretenimiento, motivación y seguimiento popular de la práctica y asistencia al resto general de eventos deportivos.
Considero se puede afirmar la importante trascendencia actual, diría casi para la especie humana, de la influencia que el Fútbol supone en el diario devenir de nuestras relaciones sociales. Sin duda, hay acontecimientos principales y ciertamente importantes jalonando las agendas particulares de la población y asuntos personales, individuales o compartidos, de infinita mayor influencia en nuestra vida.
Sin embargo, no se me niegue que, su “majestad” el fútbol, prima con algún descaro entre la mayoría de aspectos de comunicación y relación entre las personas, no lejos o a veces más que los asuntos laborales, políticos, comunitarios, familiares, culturales, de negocio y profesionales, hasta llegar a ser en ocasiones una velada excusa justificante.
De negocio en sí mismo habrá que calificar el fin realista y material del Fútbol, puesto que, gracias a esa fenomenología consolidada de su existencia, ha podido ser calificado de industria del ocio y los clubes empresas deportivas, con balances y cifras contractuales astronómicas.
Este productor de emociones, deseos, fidelidades, congratulaciones de masas enfervorizadas y piedra angular de conversaciones, discusiones y apuestas, más algún dislate inoportuno, conforma pasiones humanas e influye con importancia en el buen sentir y compartir la vida. Entonces, dejemos que regrese y si corrige arrogancias, subsistamos con su ayuda.
Para mí el fútbol es a lo que los 'cristianos a los leones' de la antigua Roma: un espectáculo que amansa a la multitud (o, a menudo, la exalta), pero en definitiva, un 'mal' necesario. Vaya por delante que respeto y ¡me gusta mucho el fútbol (como deporte)! Igual que el resto.
ResponderEliminarDurante esta pandemia, el fútbol ha pasado por encima de los JJOO; por encima del resto de deportes (aunque el baloncesto de élite masculino se ha resistido y si no hay contratiempo de última hora, llegará a disputarse la fase final, ¡igual que el fútbol, ni más ni menos! Aunque de sus jugadores y entrenamientos no se hable...); y ha pasado por encima de aspectos de la sociedad, cultura y 'vida' en términos generales.
Ejemplos tenemos: muchas personas mayores, durante el COVID, han entrado en depresión porque además de ser mayores, de no poder salir de casa ni ser visitadas, su gran distracción (ver partidos de fútbol por televisión o incluso yendo al campo) se ha desvanecido también con el virus. La falta de esa pequeña (que ha resultado ser una 'gran') alegría, ha hecho mella en la salud, mental y física, de esos 'abuelitos'.
Así que, como no podemos cambiar las cosas que ya han sucedido, si el fútbol les va a hacer recuperar el aliento y, con ello, la vida y la alegría, ¡bien regresado, pues!
Mientras haya fútbol se diluirán otras situaciones y se manipulara mejor
ResponderEliminarEspero que me recibas para un próximo comentario.
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