Estaba sentado, esperando a alguien, en el tranquilo hall de un hotel urbano, hojeaba un periódico y escuché un corto diálogo de poco más que un susurro que me hizo alzar la vista y mirar hacia los ascensores. Dos personas querían acceder a la cabina y ambas se solicitaban pasar delante. Me sonreí, me gustó ese acto. Decidí en ese momento que debía traer aquí a la cortesía.
Nada más a propósito que ser cortés para demostrar atención y respeto por un semejante cuando nos apetece reforzar nuestra educación con un gesto amable hacia alguien, desconocido o próximo, al que deseamos regalar un momento diferente.
Sin embargo, en el camino desde el aún reciente pasado nos hemos dejado ser corteses. Hay tantas circunstancias de encuentro entre las gentes, somos tantos individuos moviéndonos cerca, tenemos todos tantas inquietudes en la vida diaria que, llevados por la inercia de la costumbre, acuciados por la premura impostada del tiempo y endurecida por el deseo de llegar (a veces a ninguna parte), nos hemos olvidado. ¿Será que nos importamos poco?
¿Quiénes no se congratulan de ser testigos, que no actores, de actos de cortesía? Pueden decirme los que no, que son costumbres de otro tiempo; que no resulta preciso para quedar bien o mostrarse atento; que basta con la buena educación. Otros, considerarán que es un remilgo y actualmente hay que ser práctico y directo, o sea “yo a lo mío, me toca primero, no tengo porqué esperar”.
¿Y qué pueden decirme del penoso espectáculo de los debates parlamentarios, de aquí y acullá, donde el vituperio es cuasi-permanente. ¿No es triste ver como está fracasando la ancestral cortesía parlamentaria de Sus Señorías?
Ser cortés es muy barato, no cuesta nada y su regalo siempre hace feliz, hasta al más frio de los caracteres, el que oculta su placer. Ser cortés es ceder el paso, abrir una puerta, saludar en un ascensor. Son esos gestos que pueden ayudarnos a disfrutar de una convivencia humana mejor.
Por ser así, le invito a pasar: ¡Ud. primero por favor, querido lector!
Está muy bien hablar de cortesia, amabilidad, educación, porque ,en mi opinion, es poner en valor su importancia.
ResponderEliminarPienso que el comportamiento de muchos politicos, mas que carecer de cortesia es simplemente mala educación. Y lo triste es que lo confunden con ser buenos defensores de sus ideas. Que ignorantes, ¿No?
Completamente de acuerdo con este texto, la cortesía siempre eleva nuestra calidad de vida y es completamente gratuita.
ResponderEliminarDaniel.
La cortesía y la urbanidad, forman parte de una educación que, por desgracia ya hace tiempo quedó arrinconada por una nueva forma de vida. Hoy en día predomina el "yo primero". Lo vemos constantemente, tanto en nuestro quehacer diario como en el ambiente que nos rodea, empezando por los poderes públicos que deberían dar ejemplo.
EliminarEs nuestra sociedad cambiante la que debemos modelar, y esto sólo se consigue educándola con principios y valores frente a las modas vertidas llenas de egoísmo.
Muy edificante.
ResponderEliminarMe parece muy oportuno, sobre todo en la época que vivimos, en la que parece que todo está bien, y el respeto por los demás es casi inexistente.
ResponderEliminarFELICIDADES.
Mary Carmen.
La sociedad que hemos creado es un monstruo que nos atormenta, a donde van las generaciones que vienen por detrás? Al desastre personal y colectivo. De las cenizas resurgirá una nueva sociedad, espero que lo hagan mejor.
ResponderEliminarQue verdad tan contundente. El ser cortés equivale a ser bondadoso y generoso en muchos apartados de la vida cotidiana. Si ofreces cortesía, recibirás cortesía, así de fácil. ...
ResponderEliminarLa cortesía puede ser muy barata, pero requiere de mas esfuerzo del que nos pensamos, en un mundo en el que se ha apoderado de nosotros la inmediatez, las prisas, la ambición desmesurada, el egoísmo, el narcisismo. Los Wahts App han irrumpido en nuestra intimidad sin ni siquiera saludarnos en la mayoría de las veces. Los jóvenes de hoy escriben los correos electrónicos (sustitutos de las antiguas cartas que se escribían de puño y letra) como trascripción de mensajes verbales, ajenos a toda cortesia. En grupo no sabemos hablar sin interrumpirnos los unos a los otros. La cortesía va muy de la mano con el saber escuchar. Estos políticos que ahora tenemos son el resultado de la degeneración de la especie humana, fruto el narcisismo político. Miran más tiempo las pantallas de la Cámara, que dedican tiempo a la reflexión de sus palabras. Es el Instragram político. Cuando los debates parlamentarios no aparecían en televisión, la cortesía y la serena reflexión ideológica se apoderaban de los debates. Si Cánovas y Sagasta levantaran la cabeza, morirían de la vergüenza. Incluso durante la transición política de los 70, al margen de las ideologías hubo profesionalidad política, negociación con una gran altura de miras, y sobre todos grandes oradores de los que aprender mucho. .... A lo mejor esta pandemia a venido a castigarnos por ello .....
ResponderEliminarLa cortesía en ciertos
ResponderEliminarmomentos de la vida
son como lineas para-
lelas que nunca se en-
cuentran.
La prisa em ciertos mo-
mentos de la vida te aho-
ga y te produce el estrés
no necesario pero sí bus'
cado por ti mismo.
Es buena la prisa cuando
hay que cumplir con cier-
tos compromisos...
La CORTESÍA,siempre es
POSITIVA y aunque nues-
tros políticos nos den el
Ejem. contrario no por e-
so debemos imitarlos...
Cuánto ze podría hablar
sobre la:
PRISA y ls CORTESÍA.
Las dos para mi son muy
POSITIVAS.
GRACIAS Joaquín por lo
que me has mandado.
Mr enriquece a nivel per
sonal
Gracias a tí, estimado "Desconocido", me siento halagado.
EliminarMe gusta personalizar mis respuestas y me siento mejor conociendo quien hace el comentario, por supuesto si desea hacerlo; bastaría poner su nombre como firma de despedida al final. Y si se tiene cuenta en Google, mejor usar la opción automática que aparece en el desplegable.
Pero, muy agradecido de cualquier modo. Saludos cordiales. Joaquín.
Totalmente de acuerdo, por desgracia hay gente que actua sin importarle si es moral o inmoral
ResponderEliminar