Andaba yo dudando de un tiempo a hoy, sí debía poner en negro sobre blanco, una sensación que me tiene entre la incomodidad de cuestionarme sobre vivencias pasadas que estimo positivas y el aprecio lastimoso de aconteceres de esta hora que las desmerecen. Y se me ha ocurrido escribir sobre el concepto Resignación.
Recurrí a la siempre conveniente consulta de la RAE y en su primera acepción, la define como:
Entrega voluntaria que alguien hace de sí poniéndose en las manos y voluntad de otra persona, que me resultó escueta, mientras en la tercera, la consideré más contundente, al decir:
Conformidad, tolerancia y paciencia en las adversidades, pero esta me ha parecido insuficiente. Y me ha tentado preguntarle a la IA, tan de actualidad y equidistante entre la concurrencia multiopinadora. He aquí su opinión -solo por esta vez para mi-:
Es la conformidad o tolerancia ante una situación adversa aceptándola, sin luchar para cambiarla, a menudo por desmotivación, cansancio o creencia de que no hay remedio, implicando una actitud de pasividad y fatalismo, a diferencia de la aceptación que permite buscar soluciones.
¡Olé! No estoy pensando en lo más recurrente de nuestros ya largos días, con esta inquietud quebrantadora de la idoneidad política y su maltratada excusa, sea democrática, progresista, de interés general, europea, globalista, nacionalista o tribal, que también.
Estoy considerando, con cierto dolor y desesperanza, que las cosas del vivir, esas que nos hacen tener ilusiones, que nos aportan confianza, que creemos merecer por el hecho de ser humanos de conciencia, que pensamos nos son debidas, por supuesto a cambio de ciertas entregas, compromisos y solidaridad con los otros, que apostamos honestamente por un futuro mejor - de verdad- nos son confundidas, negadas con disfraz o estafadas con engaños.
Ponga Ud. aquí los temas que se le ocurra que pueden tener en su caso esa clase de carencias, si lo prefiere las ausencias de hechos, modos de hacer, cumplimientos o cualquier acto del que espera una satisfacción, no ya solo material y que le asiste el derecho a su disfrute, sino esa obligación ciudadana, fiscal, laboral, doméstica, de sus dependientes, de sus superiores, del orden social y de una convivencia responsable.
Piense también en las herramientas de que dispone para que sus ideas y convicciones, tengan eco favorable en los foros de discusión y debate, sosegado y respetado con quienes opinan diferente, sin tener que gritar, enfadar con insultos o agredir con soflamas, peroratas y desconsideraciones verbales o gestuales.
Estime esos valores de encuentro, estímulo, apoyo y defensa del bien, que tanto han podido hacer por el triunfo personal, la seguridad de su persona y sus bienes, la garantía de la justicia, la eficacia de la administración pública, los derechos de los trabajadores, el premio de los emprendedores. Y del sistema político social que nos hemos dado todos.
(Continuará en breve tiempo, en una segunda entrega)

Muy interesante como cada tema que tocas, felicidades
ResponderEliminar... y mientras tanto, me resignaré a esperar a la publicación de la segunda parte de este artículo para poder comentarlo de manera global... :-)
ResponderEliminarRespondiendo a tu primera parte, testifico el mal momento actual para enjuiciar este tema, cuando el conjunto de la humanidad está entre resignado o herido, dependiendo de la gravedad de su situación, en un mundo dominado por unos pocos a los que su objetivo vital es el poder económico.
EliminarEstamos viviendo una revolución a la inversa que sólo se comprende viendo la amoralidad de quienes poseen las llaves del mundo actual y cómo actúan.
Espero tu segunda parte. Un abrazo y gracias por tu escrito.